El Villarreal asalta Múnich y regresa a las semifinales de la Champions
Un gol de Chukwueze en el minuto 88 igualó el tanto de Lewandowski y valió el pase (1-1)
El conjunto 'groguet' no ha perdido ninguna eliminatoria europea desde la llegada de Unai Emery
X. Serrano
El Villarreal está decidido a poner patas arriba el fútbol europeo. Tras barrer a la Juve en Turín, el ‘Submarino Amarillo’ eliminó en Múnich al Bayern en un partido agónico. Lewandowski igualó la eliminatoria tras el receso, un gol que parecía anticipar el atropello alemán. Pero el conjunto castellonense resistió, aguardó su momento y no perdonó (1-1).
En un contraataque de manual, Gerard sirvió al recién incorporado Chukwueze un gol histórico, como el de Arruabarrena a centro de Riquelme ante el Inter hace 16 años. Un tanto que devuelve al Villarreal a las semifinales de la Champions League.
La fortaleza mental del Villarreal
Emery había marcado el listón en la sala de prensa: “Estar aquí está bien, pero yo quiero pasar”. El Villarreal había encarado la ida con la premisa de sobrevivir para aspirar a la gesta en Múnich, pero lo visto en La Cerámica alimentó la ilusión.
Para prueba, los 1.500 ‘groguets’ desplazados a la capital bávara, con el sueño de que su equipo volviera a pisar las semifinales de la Champions 16 años después. Porque el 1-0 final se quedó corto. “No debemos dejar que construyan su juego, allí pudieron marcarnos más”, reconocía a su vez Nagelsmann.
El reto seguía siendo mayúsculo. El Bayern, que en la ronda anterior barrió al Salzburgo 7-1 tras empatar en Austria, favorito. Pero el cuadro castellonense había perdido el miedo. Emery repitió la alineación ganadora de la ida, el mismo once que descansó este sábado al completo.
En cambio, Nagelsmann redobló su ofensiva apuesta. Pasó a defender con tres zagueros y alineó a seis atacantes: Musiala y Müller por detrás de Lewandowski, y en los carriles Coman y Sané a pierna cambiada.
Resistencia en el área 'grogueta'
El acoso bávaro se daba por descontado, pero el Villarreal minimizó su impacto decantándolo a las bandas. El disciplinado enjambre amarillo saturó el carril central, borrando del partido a Müller y Musiala. Asfixiado por dentro, el Bayern buscaba oxígeno en los carriles, donde Foyth y Estupiñán sufrían en el cara a cara con Coman y Sané. El alemán fue el más incisivo. Rulli sacó el pie como un resorte para abortar un centro que Lewandowski esperaba en boca de gol. Y ya sobre la media hora de juego, Musiala cabeceó a la manos del arquero argentino otro envío del extremo germano.
Poco, muy poco bagaje ofensivo en el primer acto para el Bayern, que se perdió en una precipitada lluvia de estériles centros laterales. Como en La Cerámica, no hubo noticias de Lewandowski, desconectado del juego por el solidario esfuerzo ‘groguet’ en el área y, más concretamente, por el pegajoso marcaje de Albiol. Frustrado, el polaco dejó un feo planchazo al veterano central que le valió la amarilla, pero más bien fue naranja. La crecientes interrupciones beneficiaron al Villarreal, al que solo le faltó enseñar el colmillo a la contra. Su única ocasión, un tiro tempranero de Gerard que no encontró puerta.
La contra perfecta
El paso por vestuarios devolvió otro partido. Un Bayern mucho más agresivo en la presión, rápido y punzante en el pase. El primer aviso lo dio Sané, con un envío filtrado a Musiala que cortó la rápida salida de Rulli. Acto seguido, Upamecano tiró a las nubes desde el área chica. El Villarreal estaba arrinconado y no le dejaban respirar.
Se olía el empate y llegó, tras una pérdida de Parejo, en una transición fugaz que Lewandowski mandó a guardar con un chut ajustado al poste. Pudo caer el segundo. Lo Celso privó ‘in extremis’ del gol a Müller, que a renglón seguido cabeceó fuera con todo a favor para marcar.
El duelo enfilaba la prórroga y, pese a un tiro del incansable Coman que fregó el larguero, el Bayern se dio un respiro. Danjuma, con un remate cruzado en exceso, insinuó las grietas a la espalda de la zaga alemana y Emery actuó. Introdujo en el campo a Chukwueze y, cuatro minutos después, llegó la contra soñada, secuencia imborrable para la historia 'grogueta'.
Parejo atrajo a tres rivales y cedió para el avance de Lo Celso, firme en el forcejeo con Coman, antes de asistir al espacio a Gerard. El catalán centró al lado opuesto para el remate sutil, a la escuadra, de Chukwueze, que hizo inútil la salida de Neuer y situó, 16 años después, al Villarreal entre los cuatro mejores equipos de Europa.
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