Apuntaba a ultimátum la visita del Benfica al Allianz Arena. Los tambores de guerra retronarían en toda Baviera reclamando la destitución de Niko Kovac de haberse producido un nuevo traspiés del Bayern. Pero no fue así. Los muniqueses aprendieron cetrería y domesticaron a unas ‘águilas’ poco voraces.
Los viejos rockeros -Lewandowski, Robben y Ribéry-, aquellos a los que se culpa de estar moviendo la silla al entrenador, fueron los artífices de una goleada que mete a los germanos en la ronda de octavos. En la última jornada quedará por esclarecer con el Ajax si como líderes o subcampeones de la fase de grupos.
Ni un cuarto de hora tardó Arjen Robben en hacer correr la cerveza en el Allianz. Jugada clásica de Robben, en paralelo a la línea de gol y latigazo de zurda. Imparable. El gol dio alas a los alemanes, que a la media hora encarrilaron el partido. Acción calcada del veterano neerlandés, dejando cadáveres a su cabalgada y definición, esta vez, al palo corto.
Megafonía a todo trapo en el coliseo bávaro con el Seven Nation Army de los White Stripes. Antes del asueto pegaría el mazazo definitivo Robert Lewandowski, alzándose más que sus dos defensores para rematar un servicio desde la esquina de Kimmich.
Conato de reacción
La arenga de Rui Vitória en vestuarios surtió efecto y los ‘encarnados’, ayer de blanco por exigencias cromáticas, recortaron distancias por mediación de Gedson Fernandes, que aguantó hasta que tumbó a Neuer y alojó con dulzura el balón en el fondo de las mallas.
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Lejos de entrarle el 'canguelo', el Bayern reaccionó con celeridad y puso el 4-1 de nuevo a pelota parada. Idénticos protagonistas, Kimmich y Lewandowski, e idéntico resultado. La apisonadora había echado a rodar y la goleada quedó rubricada con el quinto de la noche, obra de Frank Ribéry. El francés recogió un pase de la muerte de Alaba para establecer el 5-1.