El PSG se dio un homenaje en el Parque de los Príncipes para despedir la fase de grupos. Sin opciones de atrapar al Manchester City y con el segundo puesto asegurado, el cuadro galo regaló a su afición una goleada vistosa y estéril frente al Brujas (4-1). Leo Messi y Kylian Mbappé, con un doblete cada uno, fueron los protagonistas de la noche.
El PSG se encontró con el escenario soñado. Antes de que el crono alcanzara los dos minutos, un mal rechace de Mignolet a centro de Nuno Mendes cayó en los dominios de Mbappé, que de primeras ajustó su remate al palo largo. 1-0. En la siguiente transición parisina, Di María plantó en el área chica a Wijnaldum, cuyo remate desvió con el cuerpo el portero a córner.
El Brujas era un coladero y a la tercera, a los siete minutos, cayó el 2-0. Di María picó con suavidad el balón para el desmarque a la espalda de la zaga belga de Mbappé, que fusiló de volea. Obligado a buscar la remontada y sabedor, al mismo tiempo, de que podía encajar una goleada, el Brujas apenas probó a Donnarumma antes del descanso. La más clara, un tiro centrado de De Ketelaere que rechazó el italiano.
El cuadro francés se defendía con solvencia y daba la sensación de poder marcar en cualquier contraataque. Gueye y Wijnaldum, desatados en un escenario tan favorable, pisaron área con frecuencia. Pero el 3-0 llegó gracias a la conexión Mbappé-Messi. El galo despegó en banda izquierda y cambió la orientación del juego para el argentino, que marcó con un zurdazo ajustado al palo largo, una acción marca de la casa.
El Brujas reapareció tras el descanso decidido a mejorar su imagen, con Noa Lang como principal instigador a la rebeldía. Tras una pérdida de Gueye en el centro del campo y ante la desconexión general de la zaga del PSG, el neerlandés arrancó con potencia y asistió a Rits, que recortó distancias.
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Pero el cuadro parisino no dio margen a la incertidumbre. Mignolet privó a Mbappé del 4-1 con una gran estirada, pero nada pudo hacer cuando un penalti inocente sobre Messi llevó al rosarino al punto fatídico. El potente golpeo del exbarcelonista, ajustado a la base del poste, dejó al portero petrificado y el partido visto para sentencia.