Qué importantes son los revulsivos. Cuando un partido está atascado, hay figuras que aportan algo más desde el banquillo y terminan siendo decisivos. Esto pensó Lampard, que hizo entrar a Pulisic y a Batsuhayi en el tramo final. Se encontraron y gracias a ellos el Chelsea logró un triunfo de oro en Amsterdam.
La expectativa creada por este partido no defraudó. Ambos equipos salieron con las ideas muy claras sobre el césped. De hecho, Lampard no quería renunciar al balón e intentó disputárselo a todo un maestro del juego de posesión, Erik Ten Hag. Y no le salió mal.
Pronto empezó el intercambio de golpes, aunque era el Chelsea el que llegaba con más peligro. Los holandeses se dejaban espacios atrás y Mount y Hudson Odoi tuvieron dos claras ocasiones para abrir la lata. Viendo el panorama, el Ajax aumentó la intensidad y dejó un partido muy abierto y bonito, donde las aproximaciones llegaban en medio del caos. Los londinenses pudieron pagar muy caro los fallos de cara a puerta, pero suspiraron de alivio cuando el VAR anuló un gol de Promes por fuera de juego.
Se vio guión similar tras el receso. El Ajax, buscando hacer daño con su poderío ofensivo, se topaba una y otra vez con un Tomori inmenso, que capitaneaba a un conjunto ‘blue’ muy valiente. No obstante, las más claras, otra vez, caían del bando local. Edson Álvarez cabeceó a la madera y Kepa estuvo atento para blocar el posterior tiro de Blind.
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Metió mano del banquillo Lampard y apostó por Pulisic y Batsuhayi. En la primera que tocó, falló un gol cantado. Pero en la siguiente no perdonó. En una combinación entre los dos recién ingresados, el estadounidense asistió al belga y silenció Amsterdam a falta de 5 minutos. Victoria balsámica.