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Liderato y pase del Liverpool en la gran oda al fútbol de ataque

Los tantos de Keita y Salah en la segunda mitad desnivelaron un auténtico partidazo

El Liverpool necesitaba como mínimo empatar pero ganó y estará en los octavos como primero de grupo

Albert Gracia

A ambición al Liverpool no le gana nadie. Ni siquiera un Salzburgo al que solo queda ponerse en pie y aplaudir. Los austriacos creyeron, se vaciaron, jugaron un fútbol físico, de ida y vuelta, sin medias tintas. Pero no les sirvió. Como no le sirve a nadie. O lo matas cuando duda o terminas cayendo en sus telarañas. 

El cuadro de Klopp volvió a sacar a pasear su fútbol más total, capaz de sobrevivir en el caos y aplicándole un ritmo tan brutal que el Salzburgo tan solo pudo aguantar durante la primera mitad. Pero vaya cómo lo hizo. Estuvo cerca de mandar al Liverpool a la lona. Pero no lo hizo y en la segunda los ‘reds’ pusieron la séptima marcha, si me permiten la expresión, para acabar noqueando a su rival. Una oda al fútbol de ataque en la que siempre gana el Liverpool. ¿Necesitaban un empate? Pues victoria, liderato y para octavos. El vigente campeón no falla.

Aunque tuvo que sudar tinta para acabar imponiéndose. El Salzburgo necesitaba ganar como fuera y salió mordiendo el césped en un inicio sencillamente brillante. Marsch dejó que Hwang y Minamino se movieran cerca de Haaland a su antojo y no hubo descosido ‘red’ porque Klopp ha construido un muro tapiado por Alisson.

Dos máquinas de atacar

En apenas diez minutos, el Salzburgo rondó la meta del Liverpool con asiduidad y tuvo ocasiones más que claras, especialmente una de Hwang. Aun así, el conjunto del Merseyside no se quedó atrás. Salah, que se hartó a desperdiciar ocasiones pero a jugar como le dio la gana, también puso en aviso al Salzburgo.

Los ‘reds’ salían en apenas tres pases. Todo era un ida y vuelta, ocasiones y ocasiones. La moneda podía caer para cualquier lado y en estos casos casi siempre suele caer para el equipo grande. Pero tardó en hacerlo. Tras un inicio vibrante, las aguas volvieron a su sitio y el Liverpool se hizo con las riendas del duelo y se instaló en campo contrario. 

Aun así, el peligro rival siempre estuvo presente, sobre todo cuando el balón llegaba a los de arriba. Haaland estuvo fallón pero Hwang fue un puñal. Ambos tuvieron opciones en el ecuador pero no iba a ser una primera parte de goles pese a las innumerables ocasiones. El Liverpool mantuvo el dominio pero le faltó precisión a Mané y Salah. A todo esto, presión asfixiante en todo el campo. Nadie daba un metro. 

En la reanudación, el partido cambió radicalmente. Primero fue Salah el que falló dos mano a mano ante Stankovic y en la siguiente Keita acabó la historia. Jugada de Mané y cabezazo franco del centrocampista. Haaland, por cierto, había tenido una clarísima para poner el 1-0 justo antes. El resultado dolía en Salzburgo pero más que iba a doler. Y es que un minutito más tarde Salah, que había fallado todas, dribló al meta rival y anotó sin ángulo. 

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Con el 2-0, el conjunto austriaco quemó todas las armas. Entró Daka pero ya no hubo nadie que cambiara el rumbo del encuentro. Partidazo en toda regla digno de una última jornada de fase de grupos.