Hizo los deberes el Tottenham en Wembley consiguiendo la victoria que necesitaba para llegar con vida a la última jornada de la fase de grupos. Ahora, los 'spurs' precisan del más difícil todavía: ganar en el Camp Nou o en su defecto calcar el resultado que saque el Inter ante el PSV. Si eso sucede, los 'spurs' acompañarán al Barça a la siguiente ronda. En caso contrario, lo harán los 'neroazzurro'.
Sorprendió Pochettino dejando en el banco a Eriksen, Dier y Son cuando su equipo se jugaba la vida en Wembley, aunque viene siendo habitual en el técnico argentino este tipo de estratagema: priorizar la Premier League sobre el sueño europeo. Aun así, sirvió de impulso la necesidad a los 'spurs' en el arranque y Harry Kane, Lucas Moura y Lamela pudieron hacer pupa al Inter. El capitán de 'Los Tres Leones' obligó a emplearse a fondo a Handanovic desde una posición demasiado escorada para encontrar la red, el extremo brasileño reclamó un penalti que el árbitro no concedió y el de Carapachay probó fortuna con un disparo desde el balcón del área que puso sobre aviso al equipo de Luciano Spalletti.
A chispazos, cercaba el Tottenham la portería 'nerazzurra'. Pero con eso no le alcanzaba ante un Inter que conjugaba el 'catenaccio' más clásico en todos los modos verbales, con Perisic e Icardi como versos libres, y consiguió irse al descanso con el empate sin goles que buscaba en el bolsillo a pesar del susto que supuso el balón que Winks estrelló en el larguero en la recta final de la primera parte. Perdió por el camino, eso sí, a Nainggolan, al que unos problemas musculares le obligaron a dejar su lugar en el campo a Borja Valero.
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Tras el paso por vestuarios la decoración no varió y siguió poniendo cerco el Tottenham sobre la portería de Handanovic. De Vrij evitó que la sangre llegara al río adelantándose a Kane a la salida de un saque de esquina, pero el acoso y derribo no cesó. Metió más leña al fuego Pochettino dando entrada a Son y Eriksen. Fue el punto culminante de la noche, porque unos minutos después de saltar al campo el danés hacía el 1-0 tras una dejada preciosa de Dele Alli que desataba la locura en las gradas de Wembley. Sólo entonces Spalletti reaccionó apostando por Keita Baldé, pero ya era tarde.