Real Madrid y City firman tablas con chispazos de Vinicius y De Bruyne

El día que Carlo Ancelotti igualaba a Sir Alex Ferguson como entrenador con más partidos en la historia de la Champions, 190, el italiano firmó tablas ante el rival más poderoso de Europa, el Manchester City. Su experiencia le permite optimizar sus recursos y rentabilizar las deficiencias rivales, y ante el City se sentó a jugar al ajedrez con Guardiola. Un gol de Vinicius adelantó a los blancos y otro de De Bruyne convierte el partido de Manchester en una final, como advirtió Carletto, donde se decidirá el pase a la final.

Ancelotti le dio al City el balón

Este City es un equipo más maduro y enormemente más poderoso. Hace un año se plantó en el Bernabéu con Mahrez, Gabriel Jesús y Fodden arriba, este año alinea a Bernardo Silva, Haaland y Grealish. Algo que no alteró el plan de Ancelotti: resguardarse y esperar su momento. Compromiso defensivo y calidad en el despliegue. Comenzó el partido con el City monopolizando el balón. Siempre había un jugador más inglés cerca del balón con Stones incrustado en la medular. El Madrid comenzaba defiendo en su campo con un 4-2-3-1, y se encomendaba a las paradas de Courtois, que al cuarto de hora ya había detenido disparos de De Bruyne, Rodri y Haaland, por dos veces. Los blancos eran dominados posicionalmente y perdían la pelota con mucha facilidad.

Hasta que llegada la media hora de partido, con un abusivo 73% de posesión del City, Ancelotti hizo lo que suele. Superado el primer tramo, y una vez que Kroos y Modric, jugadores diésel, rompieron a sudar, mandó al equipo a apretar a arriba y el partido cambió. El primer error visitante, de Rodri, terminó con un pase Vini que abortó Stones cuando Benzema se aprestaba a empujarla. Chispa que prendió el Bernabéu. Camavinga empezó a subir por su banda y en el minuto 35, en una de esas incorporaciones la pelota llegó a Vinicius, que encaró a un Stones que reculó en lugar de salir y el brasileño sacó un obús que acabó en la red. El Madrid ya había jugado este partido y el City empezaba a ver fantasmas. 

Saltaba al segundo asalto el Madrid con cuajo. Otra vez movía pieza en el tablero Ancelotti. Carletto pedía a Camavinga que se asomase más al medio para ayudar en la salida y Modric se incrustaba en la defensa para dar el primer pase desde atrás. Los blancos ofrecían un perfil más reconocible. En defensa Carlo eligió desactivar a Haaland permitiendo solo los disparos lejanos ante la solvencia de un Courtois cuyas paradas ganan Champions. No es el caso de Ederson. 

Zapatazo de De Bruyne

Dominaba tanto el Madrid que el City decidió asumir riesgos arriba. El partido se abría y se convertía en un correcalles. Y en ese contexto ocurría la mismo que en la primera mitad, pero al revés. Una llegada del City terminó con un zapatazo de De Bruyne a la red. Cuando mejor jugaba el City marcó el Madrid y cuando mejor estaba el Madrid, marcó el City. Es lo que tienen los pesos pesados, que te meten una mano y te mandan a la lona.

El gol de De Bruyne sirvió para sellar las tablas. Pasaban los minutos y los dos equipos se conformaban con un empate que minimizaba daños. Al Madrid se le comenzaba a hacer largo el partido con Kroos y Modric llegando tarde al repliegue. Y el City replegó y dejó de arriesgar la pelota pensando en la vuelta. La posesión era visitante, pero no se superaban líneas y el Madrid esperaba bien pertrechado en su campo. Carlo inyectaba algo de energía con Asensio y Tchouameni, pero no hubo novedades.

Viaja la eliminatoria a Manchester sin noticias de Haaland, con un ejercicio de respeto máximo de los dos entrenadores y con las cartas marcadas para la vuelta. Los blancos volverán a esperar en su campo al City para salir en estampida en Inglaterra. Pero ahora soportará la responsabilidad de ser favorito en su casa. Una ansiedad que Guardiola debe gestionar ante una oportunidad histórica. Mientras el Madrid saldrá con la piel de cordero, como al Camp Nou a la vuelta de las semifinales de Copa.