El Milan no tiene donde agarrarse. El club lombardo comenzó el sábado con la noticia de que su propietario es poco menos que un impostor y lo acabó derrotado por 2-1 en San Paolo, arrodillado por un Nápoles que confirmó su liderato... y le condenó a la nada, cumplido solamente el primer tercio del campeonato.
Ocurrió que un día que le tuvo en el plano por asuntos financieros, se cerró con un partido que perdió... A partir de una decisión del VAR, después de que el árbitro anulase primero un gol por fuera de juego que no era de Insigne para inmediatamente concedérselo.
Antes y después de aquella jugada, en el minuto 33, el Nápoles de Sarri fue absolutamente mejor que el equipo de Montella, mal colocado en el terreno de juego, sin ambición ofensiva y mostrando una imagen muy alejada, mucho, de lo que debería suponerse.
Transcurridas 13 jornadas de la Serie A pensar en el Scudetto es una utopía para el combinado rossonero. A la vez que el Nápoles sueña con conquistar su primer título desde la era Maradona. Fue mejor con el 0-0, superior con el 1-0 y casi un gigante tras el 2-0. No hubo ni posibilidad de discusión.
Marcó Insigne ese gol dudoso y se dedicó el Nápoles a partir de ahí a tranquilizarse, evitando en la medida de lo posible sufrir en defensa y dominando el juego con calma... Hasta asestar el golpe definitivo en la segunda mitad, por medio de un Zielinski que logró el 2-0 en su primera aparición tras sustituir a Hamsik.
El Milan quiso... Pero ni pudo ni supo. Romagnoli, en tiempo añadido y con un zambombazo que sorprendió a Reina, lavó la imagen en el marcador para colocar una honrosa derrota mínima... Pero ni eso evitó observar la realidad.
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A este Milan de Montella no hay por donde cogerlo... Y Montella podría estar viviendo sus últimos días en el banquillo.