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“Hacía muchos años que no veía estas caras”: así describe un miembro de la expedición blaugrana los rostros de los jugadores en el doloroso viaje de regreso a Barcelona. El avión salió de Roma a la 1 de la madrugada y aterrizó en Barcelona pasadas las 3 de la madrugada. Fue un viaje difícil, en el que nadie durmió a pesar del cansancio acumulado.
El sentimiento que definió la expedición fue el de “cabreo” y “tristeza”, repartidos a partes iguales entre la plantilla, que hoy tendrá un día de fiesta para procesar la debacle. El equipo es consciente de que se trata de un batacazo excepcional y que es incluso más grave que los de París y Turin de los años anteriores, puesto que lo único que tenían que conseguir era defender un resultado absolutamente favorable (4-1) ante un equipo que no es de los punteros en Europa ahora mismo.
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Se alzó más de una voz reconociendo que “hemos entregado la Champions al Madrid”, en referencia a que los blancos pueden tener un autopista hacia el título, con rivales teóricamente asequibles como Roma, Liverpool y, en principio, Bayern de Munich, si supera su eliminatoria contra el Sevilla. Y es que la plantilla seguía convencida, el martes por la noche, de que la Roma era un rival asequible y que, si no se ha pasado la eliminatoria, es estrictamente por culpa de los errores cometidos.