Aunque sea tarde, dentro y fuera del club muchos descubren por fin que a Messi no se le sustituirá con otro Messi, ni con Haaland ni Mbappé (imposibles), ni con ninguna otra estrella ni crack mundial. A Messi, en caso de que sea posible, se le reemplazará únicamente con un equipo entero y con un proyecto bien armado.
Dicho de otro modo: no hay atajos para sustituir al mejor jugador de todos los tiempos, que efectivamente ha dejado en la plantilla un cráter de enormes dimensiones. La única buena noticia de su triste salida es que puede provocar que se imponga por fin una concepción coral de la planificación y de la refundación de la plantilla.