Hay un montón, muchos, expertos que aseguran que es uno de los grandes estudiosos del fútbol, que aseguran que es una mente privilegiada. E, incluso, que era el gran cerebro de Luis Enrique. Quiero decir con ello que el bueno de Robert Moreno, que nació futbolísticamente con polémica, tal vez no por su culpa, apareció en el Camp Nou con el discurso de que “soy socio del Barça, pero soy del Granada a muerte y si le puedo meter cinco al Barça, se los meteré”.
Bueno, bueno, le metiste uno y, a partir de ahí, te limitaste a amargarle la noche, el partido, el reloj y lo que fuese. No digo que no lo necesitases y que el punto le sabe a oro, a platino, al Granada, pero el partidito de los granadinos fue tela marinera en pérdida de tiempo, líos, lesiones fingidas y demás.
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No critico, cuidado, solo digo que el Camp Nou suele ser un recinto precioso e, incluso, muy oportuno para que un equipo de autor que, supongo, solo supongo, es lo que desea este virtuoso del fútbol moderno, se luzca e intente, ante un rival que fue lo que fue (y ustedes ya me entienden), hacer un buen partido, muestre ser un equipo creado para agradar y, eso, se luzca.