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Cuando Setién era solo Quique

Cuando era solo un adolescente cogía la Olivetti y escribía la crónica de sus partidos con el Perines

Su fuerte carácter y alergia a la autoridad marcaron la carrera del Setién futbolista

Setién se relaja en un entrenamiento con la selección / | sport

"Cuando entrenaba al Figueres nos tocó jugar contra el Racing y preparamos un marcaje al hombre a Setién. Ellos terminaron ganando 1-0 pero aquello no le sentó muy bien. Cuando terminó el partido se acercó a mí y me dijo cuatro cosas. El tono no era precisamente de broma”.

El que habla es Pichi Alonso y, la anécdota, refleja el carácter de Setién, que en su etapa como futbolista se ganó la fama de ser un tipo con arrebato. Con él siempre fue igual: estaba dispuesto a decir lo que pensaba sin medir las consecuencias.

En el campo se hacía respetar. Fuera de él, tenía alergia a la autoridad. Y, como ocurre con la gente que no tiene filtros, no hay término medio: se es adorado y criticado a partes iguales.

LA FIGURA PATERNA 

Criado en una familia humilde, y tras quedarse sin la figura materna, con solo 14 años ya había abandonado los estudios. Se imponía trabajar y el fútbol ya estaba en su cabeza. Un camino que su padre veía con escepticismo, pero que Setién encaró con valentía.  Aquello le divertía y se lo pasaba en grande en el tercer tiempo.

Cuando terminaba sus partidos con el Perines cogía la Olivetti y escribía una crónica del partido. Ahí hacía autocrítica de su juego  y prestaba especial atención a los balones perdidos.

El Racing le echó el ojo y se lo llevó por cuarenta pares de botas de fútbol. Así se recuerda en el libro ‘Quique Setién el jugador de fútbol’, donde se retrata a un tipo inquieto, autodidacta, aficionado al ajedrez y curioso de la música. “El fútbol y el ajedrez me atraparon para siempre”, reconoció en su día.

El libro ahonda en los inicios de este santanderino de 61 años que pronto se convertiría en una leyenda del Racing. Ahí los aficionados descubrieron a un futbolista de contrastes. De apariencia robusta pero de juego fino. Un centrocampista elegante, con buen pie y mucha llegada. No excesivamente rápido pero al que le gustaba ser protagonista.

Setién en su etapa en su primera etapa en el Racing |

“Era un interior o mediapunta de físico fuerte. Alto. Un perfil Valerón, para entendernos, pero con más mala leche. No era de correr mucho y tenía gol y llegada”, recuerda Pichi Alonso. Una técnica que fue puliendo como jugador de fútbol playa, donde logró ser internacional. En Santander era conocido como El Maestro, pero en esa época no pensaba que algún día se sentaría en un banquillo. 

De hecho, Setién era un jugador incómodo para los entrenadores. “Por eso siempre tuve dudas en si quería ser entrenador, porque la labor de un entrenador es mucho más difícil que la de enseñar a jugar al fútbol a un futbolista”, reconocía en una entrevista para ‘Público’.

En el Racing jugó 12 temporadas en dos etapas. Y uno de los partidos que más recuerdan en Santander fue la goleada al Barça de Cruyff. Aquel día, a los azulgrana, les cayó una manita y Setién marcó, de cabeza, uno de los goles. Ocurrió el 11 de febrero de 1995 ante un ‘Dream Team’ en plena descomposición y con Busquets en la portería. Era el Racing de Popov, Rádchenko.... y claro, Setién.

Era la segunda etapa del ahora técnico. Una segunda etapa que terminó de manera abrupta y con algunos episodios desagradables como la pelea con su compañero de equipo Tomás González. Setién ténia 37 años y había perdido la titularidad en favor de Tomás, otro de los veteranos del equipo. En el banquillo estaba Vicente Miera. 

El incidente en el entrenamiento terminó con el propio Setién pidiendo una sanción por su comportamiento.  Y también con su adiós al club con dirección al Levante, donde terminaría retirándose.

Y DE REPENTE JESÚS GIL

Tras su primera etapa en el Racing, la de su irrupción, dio el gran salto. Era el año 1985 y se marchó al Atlético de Madrid de Gil. Allí coincidiría con uno de los técnicos que más le marcaron: Luis Aragonés, con el que coincidiría en sus dos primeros años. “Luis me cambió. Me hizo ver lo que yo ahora trato de hacer ver a otros jugadores: que no se tienen que conformar”, aseguraba en  la revista ‘The Tactical Room’ hace dos años.

A dos temporadas de buenos recuerdos, le siguió una última campaña de conflicto directo con el presidente. Setién no se mordió la lengua con la destitución de Ufarte. Y encendió la mecha.

El sainete empezó así: “Estoy decepcionado con lo que ocurre en este club, con el presidente, con casi todo el mundo. No tenemos narices para decir claramente lo que opinamos. Ufarte ha tenido una postura honrada y digna”, tiró Setién. Gil respondió con todo al Diario de Galicia: “Es la típica reacción del incompetente, del fracasado, que sabe lo que le espera. Lo más seguro es que mañana le eche”.

Fue en esta etapa cuando Gil le acusó de trasnochado y de ir con “mujeres ostentoreas”. Y también cuando vivió una de esas anécdotas que solo se dan una vez en la vida. La recordaba en ‘El Periódico’.  “Vi a Pelé en una discoteca. Me acerqué y le dije: ‘¿Le importaría firmarme un autógrafo? Es que yo también juego al futbol’. Y me respondió: ‘¿Y si juegas al fútbol qué haces a estas horas en la discoteca?’”.

A su etapa en el Atlético le siguió la experiencia en el Logroñés. Una etapa en la que asegura con sorna que se juntaron “un grupo de rebotados” cuatro temporadas antes de volver a su Racing y retirarse en el Levante. Quince temporadas en Primera después como futbolista, y tras casi 20 años en los banquillos, su mirada sobre el fútbol poco tiene que ver de sus primeros días en el Perines.

 

“Yo había escuchado desde joven que había que correr y de repente te das cuenta de que no. Que lo que hay que hacer es jugar con la cabeza y no con los pies ni con el corazón”.

Setién en su última etapa en el Levante | EFE