Fueron los dos nombres que más corrieron en boca de todos durante la pretemporada. La gente quiere cantera y Riqui Puig y Juan Miranda partieron desde la 'pole position' para hacerse un hueco en el corazón de Valverde. A la hora de la verdad, las apariciones del centrocampista se limitaron a 35 minutos de la Copa del Rey ante la Cultural Leonesa, y el lateral pagó, junto a Chumi, los platos rotos de la derrota copera en el feudo del Levante.
Han seguido trabajando, con altibajos, a las órdenes de García Pimienta en el filial y el sábado llegó la reivindicación. Sobre todo de Miranda, que ni siquiera era titular fijo en el lateral izquierdo y en más de una ocasión el recién fichado Ignasi Vilarrasa le había quitado el puesto. El sevillano subió la banda con fuerzas renovadas, marcó un gol y dio dos asistencias. Partido redondo para un futbolista que debe estar siempre conectado y concentrado. Cuando lo consigue, saca a relucir su enorme capacidad.
Riqui Puig tampoco está viviendo una temporada fácil. La Segunda División B es una categoría durísima y los rivales a menudo buscan su tarde de gloria a costa del de Matadepera. Sin contemplaciones. Frente al Ontinyent también tuvo el día y dio un recital de esláloms, detalles técnicos, capacidad asociativa y visión de juego.
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Este partido redondo les ha llegado a ambos a las puertas de la que debe ser su gran oportunidad esta temporada. Este miércoles, el Barcelona disputa la final de la Supercopa de Catalunya frente al Girona en Sabadell. Será la hora para los jugadores fichados en el mercado de invierno y todavía sin apenas oprtunidades como Murillo, Todibo y Boateng, para aquellos que disponen de menos minutos, como Cillessen o Aleñá, y también para los canteranos. Riqui y Miranda deberían estar. Se les espera.