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Las palabras de Joan Laporta en la gala de l’Esport Català, organizada por la UFEC y el SPORT, son toda una declaración de intenciones sobre la voluntad del presidente azulgrana de hacer limpieza en el vestuario. Es el fin de ciclo, dijo. Y la consecuencia ya no es la continuidad o no del entrenador, algo que se decidirá la próxima semana, sino acabar definitivamente con la decadencia de un equipo que acumula decepciones, antes solo en Europa y ahora también en las competiciones domésticas.
El antiguo presidente Josep Maria Bartomeu ya inició el pasado verano una remodelación de la plantilla al dar paso a jóvenes y salida a pesos pesados como Vidal, Rakitic o Luis Suárez pero esta transformación ha acabado siendo insuficiente, a tenor de los resultados cosechados por el equipo. Laporta está dispuesto a cortar por lo sano, y sin contemplaciones. En el foco no está el entrenador sino los jugadores, protagonistas todos ellos de lo vivido en Roma, Turín, París y Lisboa y ahora contra el Cádiz, Granada o Levante o perder todos los duelos contra rivales directos.
Espíritu perdedor
Joan Laporta considera que en el vestuario ha desaparecido ese espíritu ganador que había hace unos años y se ha instalado una dinámica perdedora, conformista, indolente realmente preocupante, una sensación que indigna al socio. Hoy las quejas del aficionado ya no son contra el técnico, habitualmente culpable de todo a ojos externos, sino los jugadores. Están en la diana por no representar al escudo y a la historia del club.
Y Laporta no quiere que salgan de rositas después de haber tirado la Liga. No quiere que cuando lleguen en pretemporada, morenos por el sol, se reincorporen al equipo como si nada hubiera pasado, dispuestos a empezar una nueva temporada hablando de grandes esperanzas pero con el fútbol como plato de segunda mesa, anteponiendo sus intereses personales, comerciales, empresariales... El Barça debe ser lo primero y hoy estos jugadores ya no lo entienden así.El verano se prevee movido en Can Barça porque el propósito de Laporta, ayudado por Mateo Alemany y Ramon Planes, será el de liquidar a la mitad de los jugadores del vestuario, muchos de ellos conocidos como vacas sagradas. Fuentes próximas al presidente comparan la situación actual en una mezcla de lo vivido en 2003 y en 2008, ambas con él como presidente. En 2003 hubo 7 entradas y 4 salidas y en 2008 se produjeron 10 entradas y... ¡14 salidas!
Muchas salidas
En estos momentos, el club contempla la posibilidad de que haya “un mínimo de 10 salidas” aunque el objetivo rondaría los 15 jugadores traspasados, una voluntad que no es fácil dada su situación contractual con varios años de contrato por delante y con unos salarios muy elevados. A todo ello, hay que tener en cuenta que la situación del club no es boyante económicamente por lo que llevar a cabo esta transformación será una operación compleja.
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Sin embargo, Laporta no quiere volver a ver este equipo que no le representa y está dispuesto a poner toda la carne al asador. Está claro que entre esta lista de bajas hay muchas vacas sagradas o incluso gran parte del grueso de la capitanía. La prioridad es la de renovar a Messi y seguir con la apuesta de la gente joven y de la cantera, sacando lo que se consideran manzanas podridas que no ayudarán en la formación de estos chicos ni les guiarán por el camino del éxito. Ni en la construcción de un nuevo Barça ganador.