Pasan los años, pero las tradiciones se mantienen. Gerard Piqué, una de las voces más autorizadas del vestuario, barcelonista hasta la médula, lleva más de una década siendo el gran agitador de las celebraciones de los títulos. Lo fue cuando ganó la primera Copa con Pep en 2009 con 22 añitos y 'reincidió' ayer en La Cartuja 12 años después ya con 34.
Con esa malicia tan necesaria tras las consecuciones de los títulos para que todo se desmadre un poco, el futbolista formado en La Masia se lo pasó en grande una vez pitó el final Martínez Munuera. Desatado, liberado, feliz porque sabía lo que venía sufriendo el club y lo que necesitaba el barcelonismo una alegría así. También Koeman, con el que se fundió en un sincero abrazo y al que ha defendido siempre a ultranza. Y Laporta, por qué no decirlo, con el que tiene una relación cojonuda.
Lo dicho, una vez empezó todo el 'show' Piqué empezó a descorchar cava como si no hubiera mañana y roció a todo el que se le ponía por delante, fueran compañeros, miembros del staff, prensa, operarios. Además, fue sirviendo de boca en boca. El 'rey' del cava no solo se contentó vaciando botellas sobre el césped de La Cartuja, sino que al llegar al hotel, con los jugadores desbocados, se encargó personalmente de no dejar seco a ningún miembro de la prensa, que esperaba la llegada del bus.
Gerard fue el maestro de ceremonias en un aterrizaje memorable en el NH Collection de Sevilla. Además, tuvo tiempo de mandar un mensaje en redes avisando al personal: "Esto no ha terminado, esto acaba de comenzar. Felicidades culers. Visca el Barça y visca Catalunya".
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¡Cuánto necesitaba la gente una bocanada de euforia de esta índole!