No hubo pasillo. Zinedine Zidane es un hombre de palabra y, tras repetirlo cada vez que fue requerido por ello, ordenó a sus futbolistas que saltaran al césped como lo hacen habitualmente.
El Camp Nou, pese a conocer las intenciones desde hace semanas, castigó a los blancos con una sonora pitada, más intensa que la dedicada a los madridistas cada vez que visitan Barcelona. Mucho más. Había ganas de pasillo, al parecer. Pero el Real Madrid decidió, podría incluso ya de forma definitiva, acabar con una tradición que, en los últimos tiempos, se había convertido en motivo de polémica entre los dos grandes de la Liga.
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Los once futbolistas de Zidane, que ha sido quien se ha comido el marrón, librando a su vestuario de negarse ellos mismos, tuvieron que soportar una lluvia de silbidos desde la grada antes de que sonara el himno, que tapó el momento en el que se habría producido el pasillo. Fue entonces cuando lució el mosaico que celebraba el doblete con la palabra 'Campions'.