Fue el gran evento de la alineación, aunque su actuación no traído muchas novedades. Paco Alcácer sigue pareciendo un extraño en el Barça. Una pieza por encajar en un engranaje de diseño.
Tampoco ha contribuido, hoy, Luis Enrique a darle una zona de confort al ariete. Lesionado Messi, el asturiano ha resuelto la ausencia del argentino con un jeroglífico.
Alcácer no se ha visto cómodo en ningún momento en un dibujo exótico para el Barça. Un 4-3-1-2, en el que ha jugado por delante de Neymar al lado de Suárez. Un planteamiento flexible porque el brasileño pasaba al extremo izquierdo cuando el equipo se replegaba.
Ninguno de los tres ha estado cómodo gran parte del partido y, a la práctica Alcácer, ha pasado muchos minutos lejos del área, más cerca de la banda izquierda y desconectado del juego.
Al ex del Valencia no se le presupone un gran juego de asociación. Lo suyo es el remate y una contribución minimalista; poca participación pero decisiva. Así ocurría en el conjunto che. En el Barça de, momento, ni siquiera dispone de ocasiones.
Y eso que esta vez Suárez intentó conectar al ariete, pero la marea alemana -con esa forma de atacar y defender como un bloque- abrumó a un Barcelona que ha tardado en entrar al partido.
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Apenas participó Alcácer y así lo detectó Luis Enrique. En el minuto 53, ha llegado el momento de Rafinha y se ha ido Alcácer al banquillo con una mueca de frustración y siete intervenciones en todo el partido.