El pasado mes de mayo, Francisco Trincao rompió definitivamente con quien había sido su representante, Bruno Carvalho, para unirse a la empresa de Jorge Mendes, Gestifute. De hecho, el agente portugués, uno de los más influyentes del mundo, tuvo mucho que ver en su llegada al Barça procedente del Sporting de Braga. También suya es la autoría de la cesión ayer anunciada con el Wolverhampton.
Éxito mal entendido
El salto a la élite de Francisco Trincao, según explican quienes le habían tratado durante su etapa en Portugal y han visto su evolución en Barcelona, no le ha sentado del todo bien. Pese a ser un jugador secundario en el proyecto de Koeman, que le ha dado muchísimas oportunidades durante la temporada, vestir la camiseta del Barça suele ser un reto para cualquier joven jugador por todo lo que ello representa: un gran salario, popularidad y muchas facilidades más allá del fútbol. Uno de los episodios que más sorprendieron en el club fue la compra de un espectacular Lamborghini por parte del portugués y, sobre todo, la exposición pública que hizo de ello. Según comentan, Trincao no ha sabido gestionar su llegada al Camp Nou, tampoco por parte de su familia, que, lejos de intentar que mantuviera los pies en el suelo, asumía como algo normal todos los cambios que iba mostrando Francisco. Ni siquiera la pérdida de presencia en el equipo encendió las alarmas. Para triunfar en el Barça es imprescindible estar absolutamente centrado en el fútbol y, según cuentan, no ha sido así. Pese a todo, Olympique de Marsella, Leicester, Atalanta y Real Sociedad se interesaron por un jugador que seguirá su carrera en el Wolverhampton.