Fue una aparición mesiánica, nunca mejor dicho. La imagen de Messi, oculta entre las sombras, empezó a proyectarse en una de las paredes del Club Montjuïc, anexo al Palau Sant Jordi, y cuando el presentador del acto anunció su llegada, los cientos de jugadores aficionados invitados por Adidas enloquecieron con su llegada.
Literalmente, Messi descendió del cielo. Lo hizo vestido de negro y con unas zapatillas grises, el mismo color de sus nuevas botas, el modelo Nemeziz 17+360 Agility, que también llegaron desde el cielo, concretamente colgadas de un dron.
Messi, siempre impasible, no estuvo ni especialmente cómodo ni especialmente incómodo mientras a su alrededor se desataba una locura controlada para cazar un autógrafo o una foto.
Tras responder las preguntas del presentador, Messi asistió a una breve pachanga entre ‘influencers’ de la marca alemana, jóvenes que han logrado ocupar un espacio en las redes sociales recomendando tal o cual producto y que ayer tuvieron la suerte de compartir cancha con el mejor del mundo.
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Messi es otro tipo de ‘influencer’, más clásico: lo suyo no son las redes sociales ni la Tango League que organiza cada año Adidas, sino el fútbol que emociona a millones de aficionados cada vez que se viste de corto.