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En caso de quedarse, Frenkie de Jong se toparía con una realidad bastante más complicada en cuanto a competencia. Hasta ahora, desde su aterrizaje el verano de 2019, ha jugado prácticamente por decreto. Por inercia. Por su talento, sí, pero también porque el fondo de armario era más bien escaso. Con Valverde, con Quique Setién, con Koeman. Incluso tras la llegada de Xavi. Nadie ha discutido jamás su papel de protagonista. 42 partidos y 3.225' el primer curso, 51 encuentros y 4.492' el segundo y 45 choques y 3.378' el tercero.
Con la plantilla que está armando Xavi, actualmente la titularidad está muy, muy cara en todas las líneas. En el centro del campo debería pugnar con Pedri, Gavi (para muchos deben ser los interiores titulares), Kessié y Nico González. Un panorama nuevo para el neerlandés. Obviamente, en caso de permanecer en Can Barça partiría con bastantes opciones. Anda sobrado de calidad y de lectura de juego. Quizás lo que hemos echado más de menos este tiempo es la regularidad. El paso al frente. El echarse el equipo a las espaldas en ciertos momentos. El desplegarse y tener más presencia en ataque, entrando de segunda línea.
MÁS EXIGENCIA
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En cualquier caso, siempre es algo positivo el tener más competencia. Ante cualquier atisbo de 'apoltronamiento', la presencia de tantos jugadores en su demarcación le echaría un poco de picante al asunto. Si Frenkie se queda (para eso, para la sostenibilidad de esa frágil masa salarial, tendría que recortarse notablemente el sueldo), todo será muy distinto. La exigencia subirá varios peldaños.