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Flick no negocia su método, ni con Koundé ni con nadie

El alemán controla los detalles y su discurso al milímetro con un objetivo: remarcar el sentimiento colectivo

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Toni Juanmartí

Hansi Flick sigue un plan y lo aplica de forma ininterrumpida. El técnico tenía claro que, en su opinión, al Barça le faltaba sentimiento colectivo y lograrlo es uno de sus objetivos primordiales, pues cree que sin él será muy difícil tener éxito sobre el césped. Este punto explica su gestión del grupo, tanto a través de los hechos, como mostró con la suplencia de Kounde en Vitoria, como de las palabras, medidas al milímetro en sus ruedas de prensa.

Tras ganar al Young Boys, al teutón le preguntaron por el rostro serio de Lamine en el momento de ser sustituido durante el partido contra el elenco suizo. "No podemos depender de si un jugador quiere jugar o no", respondió el técnico con un tono de seguridad. En la misma comparecencia, Hansi mencionó hasta en seis ocasiones la palabra "equipo" cuando le pusieron en bandeja un elogio hacia Pedri, ya que le pidieron su opinión sobre el gran partido del tinerfeño.

No es la primera, ni la segunda ni la tercera vez que Flick regatea cuestiones individuales. Sobre todo si van relacionadas con una magnífica actuación de alguno de sus jugadores en ese encuentro. En pretemporada, cuando los periodistas se referían a la impresionante dupla Casadó-Bernal, que brilló ante Manchester City, Real Madrid y Milan, Flick se limitó a hablar del buen trabajo del equipo, sin repartir 'azúcar' a ninguno de los dos canteranos.

El teutón no quiere comparaciones

Para el entrenador es importante mantener los pies en el suelo y un equilibrio emocional, de ahí que no encuentre sentido a poner por las nubes a sus pupilos de forma individual. Si lo hace con uno, deberá hacerlo siempre con todo aquel que tenga un gran partido. Y eso puede generar envidias o comparaciones internas. Coherente, Flick trata a todos por igual y aprovecha siempre que puede para enviar 'mensajes' a sus jugadores: lo único que importa es el grupo y solo con mentalidad colectiva se podrá llegar lejos.

El 'castigo' a Kounde frente al Alavés demuestra que el técnico no otorga privilegios dependiendo del nombre. El teutón ya había lanzado varios 'warnings' por cuestiones de impuntualidad y este domingo al fin pasó a la acción cuando el galo llegó tarde a la charla pre-partido. Flick sabe que no hacer distinciones en aspectos disciplinarios es la única forma de ser respetado por todo el grupo y no solo por los que más juegan.

Los egos, al servicio del equipo

Hansi reitera día a día a su plantilla la importancia de poner los egos al servicio del equipo. Eso empieza en el césped, donde pide a sus jugadores que lo den todo por el compañero -por ejemplo, a la hora de vaciarse presionando alto-, pero tiene continuidad en aspectos extradeportivos. Ensalza a su 'staff' cada dos por tres y exige al vestuario que trate y respete a todos los trabajadores del club como si fueran el mismo presidente. Para Flick es clave que todo el mundo se sienta partícipe.

Para el teutón sería fácil e incluso populista poner por las nubes a sus jugadores después de grandes actuaciones. Sin ir más lejos, el otro día podría haber dicho que Lamine Yamal es el mejor del mundo o uno de los mejores, palabras que sin duda habrían sido del agrado del jugador. Seguramente, más que las que pronunció, algo escuetas para algunos.

Una gestión sin dobles raseros

Pero el objetivo que pretende el entrenador es doble. Por un lado, mostrar al grupo que él no tiene un doble rasero, sino que se aplica aquello que predica. A nivel interno y también externo: lo más importante es el equipo. Y segundo, que trata a todos por igual, jueguen 10 minutos o lo jueguen todo, como es el caso de Lamine Yamal. Eso también ha quedado demostrado en las varias veces que ha sustituido ya a Robert Lewandowski. Hansi podrá equivocarse en sus decisiones a veces, pero tratando de mantener siempre la misma vara de medir.

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Eso no significa que el entrenador se quiera vender como un sargento o se autoprohíba elogiar a sus pupilos. De hecho, en conversaciones privadas con sus jugadores les remarca lo bien que están trabajando y lo contento que está con su actitud y aportación. Flick no busca remarcar su autoridad, pero su hoja de ruta pasa por fomentar el sentimiento de grupo por encima de cualquier individualidad. Y así seguirá, porque sabe que en juego está el respeto del vestuario hacia su figura.

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