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La factura del 3-4-3

La instauración del nuevo dibujo táctico ha conllevado muchas mejoras en el juego del Barça, pero también nuevos hándicaps

El centro del campo con cuatro hombres reduce los espacios en el centro, donde el rival ha incrementado el número de efectivos

El Barça ha mutado pero ni así encuentra la ansiada regularidad en Liga / | sport

Cuando muchos daban por 'muerto' a Luis Enrique, el asturiano tenía un plan. Consciente de que los rivales empezaban a tomarle la medida a su Barça, el técnico movió ficha tras el 4-0 de París y cambió el dibujo táctico: del 4-3-3 se pasó al 3-4-3. Tras un inicio fallido ante Leganés y Atlético -se ganó pero sin mejoras en el juego-, los azulgranas arrollaron a Sporting y Celta. La machada ante el PSG oficializó la instauración del 3-4-3 a la vez que enterraba el centro del campo con tres hombres. Sin embargo, el baño de realidad vivido el domingo en La Coruña puso al descubierto la realidad: el 3-4-3 favorece al Barça en muchos sentidos pero le penaliza en aspectos en los que los azulgranas venían sacando tajada.

La utilización de tres centrales ha fulminado las apariciones de los laterales en ataque. Jordi Alba, uno de los más perjudicados por el cambio de sistema -no jugó ni un minuto ante el PSG-, ha visto reconvertido su rol en el terreno de juego. En Riazor, el lateral formó tridente con Piqué y Mascherano, viéndose claramente limitado a la hora de incorporarse. Su conexión con Messi, que conocía de memoria las llegadas de Alba, había generado infinidad de goles del conjunto azulgrana.

Con 4-3-3, además, tanto Neymar como Messi abandonaban cada dos por tres la banda para, precisamente, liberar el carril ante la subida de los laterales. Ahora, los extremos deben mantenerse tan abiertos como sea posible, pues de lo contrario se produce un embudo en el medio, donde ya hay cuatro centrocampistas. ¿Qué supone este escenario? Que los espacios hay que encontrarlos en las bandas tras los desbordes de los extremos. Esta fue, precisamente, una de las claves de la derrota en Riazor, ya que ni Denis Suárez ni, sobre todo, Arda Turan, insistieron lo suficiente en el uno contra uno.

A Messi también le está costando brillar en la mediapunta. Y no es cuestión de comodidad. De hecho, al argentino le gusta más llegar por detrás del '9' con total libertad que verse obligado a esperar el balón en el costado derecho. Al jugar en el medio, los rivales acumulan más efectivos en esa zona y el argentino tiene menos espacio, tanto para pensar como para arrancar.

 

Algo parecido le ocurre a Luis Suárez, a quien el nuevo sistema le 'obliga' a buscar constantemente desmarques en largo para fijar a los centrales y generar espacios para Leo. No es casualidad que el charrúa haya dispuesto de menos ocasiones de lo que es habitual ante Celta, PSG y Deportivo. Con 3-4-3, el Barça gana en posesión y 'empuja' al rival a encerrarse más -se vio claramente ante el PSG-, por lo que Suárez pierde espacios en el área.