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En medio del tsunami de críticas que caen sobre la figura de Ronald Koeman, muchos son los nombres que se barajan para sustituir al neerlandés como entrenador del Barça.
Robert Martínez, Marcelo Gallardo, Andrea Pirlo, Xavi Hernández e incluso Erik ten Hag han sonado estas últimas horas para ocupar esta posición nada sencilla. Contactos, llamadas, mensajes... todo es dar el primer paso.
Antes de que todo este castillo de naipes se tambalease, otro entrenador de élite recibió la llamada del Barça. Una llamada que no tuvo continuidad, pero hubiera podido cambiar mucho el rumbo del equipo azulgrana. Este entrenador fue Jurgen Klopp, actual técnico del Liverpool.
Durante el periodo de precandidaturas a la presidencia del FC Barcelona a finales del año pasado, uno de los precandidatos, Jordi Farré, contactó con el entorno de Klopp para conocer las posibilidades de que fuera su baza en las elecciones blaugranas, considerando la posibilidad que pasase el corte de firmas.
La primera respuesta que recibió Farré fue una tímida negativa, aunque el precandidato continuó convencido en seguir las conversaciones una vez pasara el corte. Klopp era su favorito y entendía que, de ser presidente, el Barça tenía que poner todos sus esfuerzos en él para sustituir a Koeman.
Unos meses más tarde de las elecciones, el alemán, en una entrevista, aseguró que su intención en el futuro era tomarse un año sabático una vez acabara su etapa en el Liverpool.
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Al final, las 2.082 signaturas que Jordi Farré aseguró conseguir no fueron suficientes, y el sueño del precandidato se esfumó. Con él, las posibilidades de que Klopp sonara a los cuatro vientos para el banquillo del Barça.