La anécdota forma parte de las historias más curiosas que han arrojado los derbis entre el Barcelona y el Espanyol: el de la temporada 1978-79, disputado en el estadio de Sarrià el 12 de diciembre de 1978, queda para el recuerdo como el derbi de los clavos gracias a la idea que tuvo poco antes del partido Juan Carlos 'Milonguita' Heredia, delantero argentino que había debutado en el Barça en 1975, tras jugar cedido en el Oporto y en el Elche.
La historia arranca con otro ilustre, el añorado Urruti. “Me dijo que Marañón tenía miedo a las infecciones si sufría algún corte y había barro en el campo", explica Heredia.
"Jugábamos contra ellos y en la concentración busqué unos clavos; Neeskens me pidió uno y Zuviría, otro”.
Así que Heredia se vendó la mano y saltó al campo con los clavos, para pinchar a los centrales, especialmente a Lanchas. Primero avisaba. “La próxima, te la clavo en la garganta”, le decía a los rivales.
"soy futbolista, no carpintero"
Algún perico se lo contó al árbitro y a Heredia no le quedó otra que enterrar el clavo en el barro. “¿Clavos? Soy futbolista, no carpintero”, le dijo al árbitro, Soriano Aladrén, cuando le preguntó por las quejas de los rivales.
“Cuando Marañón se chivó, enterré el clavo en el césped de Sarrià. Y allí se quedó”, recordó ‘Milonguita’ hace un mes, en el programa 'Què t'hi jugues?' de la Cadena Ser. "Eso sí, luego nos íbamos los dos equipos a tomar una cerveza a Can Fusté y a comer jamoncito”.
El Barça, por cierto, acabó ganando aquel partido por 0-2, con goles de Asensi.
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Después del Barça, Heredia jugó en River y tras colgar las botas, volvió a su Córdoba natal. Trabajó con niños en la Agencia de Deportes de su ciudad (“me interesa la gente necesitada, no los caraduras y los vividores”, ha dejado dicho) y ahora colabora con la consultora RP Consulting para implantar en Argentina y Bolivia los proyectos de la Escuela del Barça.