Leo Messi hizo todo lo que le pidieron para quedarse en el Barcelona.
Y Joan Laporta, siempre optimista, se tuvo que tragar el sapo de un adiós inexplicable.
La herida aún sangra y conviene suturarla. El cuento debe tener final feliz. El que merece Leo. Volver al lugar del que jamás debió irse es lo justo.
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Jan siente que tiene una deuda moral con Leo. Y las deudas se pagan.