Dembélé ha jugado con el Barça a su antojo, y además ha sido un desgradecido con el club que lo ha cuidado y ha tenido paciencia infinita con sus problemas de adaptación. Pero el club ha sido ingenuo o, sencillamente, imprudente.
Las declaraciones de Xavi apostando por él nada más llegar o Laporta diciendo que lo prefería a Mbappé podían servir a priori para revalorizarlo, pero han terminado teniendo el efecto contrario: el jugador se ha sentido empoderado, y el entrenador y el presidente tendrán que terminar comiéndose sus palabras.