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¿Dónde debe enfocar Xavi?

Gavi y Xavi ejemplifican el cambio / | VALENTI ENRICH

La derrota en Riad ante el Real Madrid ha levantado la moral del seguidor barcelonista más por lo que se imagina que por lo que vio. Los jóvenes, ilusionan. Gustan Araujo (22 años), Ferran (22), Jutglà (22), Abde (20), Nico (20), Ansu (19), Pedri (19) y Gavi (17), más Eric (21), que no jugó. Y también hay quien se apunta a los menos habituales como Riqui (22), Mingueza (22), Balde (18), Ilias (17) o los porteros Peña (22) y Tenas (20). Sin embargo, la ilusión acabó en derrota porque la obra no fue coral. Hay tantas cosas por mejorar en lo esencial, el juego de posición, que todo lo demás cojea. Porque si el equipo no está bien puesto la posesión del balón acaba siendo estéril y porque sin orden para atacar no hay orden para defender -especialmente sobre este concepto no hace falta insistir mucho: lo de las contras del Real Madrid llegó a ruborizar-.

Xavi lo verbalizó no hace mucho: ¿cómo es posible que el club haya perdido la llave de su tesoro? ¿Qué ha sucedido para que el método que convirtió al Barça en la referencia mundial se haya olvidado en tan poco tiempo? La respuesta es sencilla: más que a construir las juntas de Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu –movidas por sus complejos- jugaron siempre a destruir y, por eso, sufrieron sus gobiernos mucho más que los disfrutaron. El resultado es el que es: terrible gestión del dinero y del balón. Y en esto último está Xavi, tratando de reconstruir la idea regresando a los orígenes.

El Dream Team

Cuando Johan Cruyff llegó al Barça como entrenador en 1988 sus futbolistas tenían cero sesiones de trabajo –entrenos más partidos- en su idea. Empezar de cero no fue fácil pero los resultados llevaron al club a ganar cuatro Ligas seguidas –éxito no igualado- y a levantar su primera Copa de Europa. El técnico holandés, de manera desacomplejada y a través del balón, cambió la mentalidad del club, de los jugadores, del periodismo y de la propia afición, tradicionalmente victimista.

Cruyff enseñó el camino para atacar los objetivos sin miedo. En el terreno de juego buscó el gol sin complejos y asumiendo, en su plan todavía imperfecto, todos los riesgos en defensa que uno pueda imaginarse. El Dream Team destacó por un revolucionario juego de posición que cambió la historia del club. Johan puso el foco en el centro del campo eliminando un defensa para ganar un centrocampista y todas las superioridades necesarias para abrir las defensas rivales. Su ya mítico 3-4-3 juntó a Guardiola, Eusebio, Amor y Bakero –a veces, Nadal, Witschge o incluso, Txiki- con Laudrup de falso 9, para generar y aprovechar los espacios por donde causaron estragos Stoichkov y Goikoetxea y, también, la llegada de los los medios desde la segunda linea.   

La máquina de Guardiola

En 2008 el presidente Joan Laporta nombró entrenador a Guardiola y Pep le dio ciencia a la idea de Johan. El fútbol había cambiado mucho y el club, también. Sus jugadores principales -Valdés, Piqué, Puyol, Sergio, Xavi, Iniesta, Pedro... y, desde luego, Messi- tenían cada uno más de 2.500 sesiones de trabajo en la idea cruyffista. Este hecho, más el talento de Pep, acercaron al equipo a la excelencia. Ese Barça ganó 14 de los 19 títulos por los que luchó en cuatro temporadas.

Como hizo su maestro, Guardiola volvió a enfocar hacia el centro del campo donde Sergio, Xavi, Iniesta y Messi, como falso 9, sublimaron el concepto del juego de posición, de posesión y de presión, a pesar de tener, en algunos casos, dudosas aptitudes físicas.

El tridente de Luis Enrique

En 2014 llegó la hora de Luis Enrique con un reto de consideración: hacer rendir un equipo con tres delanteros superlativos: Messi, Neymar y Suárez. Sufrió hasta las puertas de la destitución pero acabó el año ofreciendo al club el segundo triplete de su historia. El técnico asturiano, por razones obvias, movió el foco del equipo hacia la delantera. ¿Para qué madurar la jugada si uno cuenta con tres atacantes de semejante calibre? Cuanto antes les llegue el balón, mejor.

Sin embargo, desde entonces, la cacareada evolución acabó en una preocupante involución que solo Messi fue capaz de esconder bajo sus maravillosas actuaciones. Se dejaron de hacer tantas cosas que, llegados a este punto, no hace falta insistir en la dimensión de la tragedia.

El foco de Xavi

Un alumno de Guardiola, Xavi Hernández, debe liderar la resurrección. Hoy el equipo tiene dudas porque, viniendo de donde viene, vive angustiado y con prisas. Su manera de expresarse es llegar rápido a la portería rival para marcar el gol lo antes posible con un dudoso estandarte, su jugador más rápido, Dembélé. Todo, a la máxima velocidad. ¿Resultado? Un equipo atropellado con accidentes permanentes.

¿Que el Real Madrid no tiene método y gana a la contra? Correcto, pero el Barça nunca ha ganado sin método. ¿Que el Chelsea es campeón de Europa con músculo? Cierto, pero los azulgrana solo han sido los mejores con balón. La idea de Cruyff sublimada por Guardiola es hoy un fenómeno cultural entre el barcelonismo y un hecho diferencial con el que sentir orgullo. Xavi debe devolver el foco al centro del campo para recuperar el juego posicional y, a través de él, el fútbol que le ha dado la gloria al club. Las soluciones pasan por las buenas lecturas del juego, por la obra coral de futbolistas capaces de coordinar movimientos en función del balón y en los espacios y tiempos justos. Hace falta más pausa que vértigo.

El entrenador del Barcelona tiene mimbres para ilusionar a su afición pero necesita también la ayuda del club para encontrar las piezas que faltan para regresar, de verdad, al nivel que exige la alta competición. ¿El crecimiento de los jóvenes talentosos? Imprescindible. ¿El relevo generacional? Por supuesto. ¿Y Haaland? Necesario. Pero además, el método.

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