No fue el partido de Luis Suárez. El delantero uruguayo, que otras veces sí que había aparecido en las grandes noches europeas, no pudo en ningún momento con la defensa de la Juventus. El eje Chiellini-Bonucci estuvo inmenso y, bien arropado por los laterales y el centro del campo 'bianconero', contuvo todas las opciones de gol del Barça, que apenas pudo disparar a portería en todo el partido.
La lucha de Suárez sobre el campo no tuvo premio y, aunque fue intensa e incansable durante los 90 minutos, no sobrepasó en ningún momento los límites de la deportividad. Lejos quedaba aquello que sucedió en el Mundial de Brasil entre ambos y que provocó una sanción histórica para Suárez por morder a su oponente.
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Hoy todo fue lucha intensa sobre el campo y máximo respeto fuera de él. Quizá por eso tiene mérito, como gesto deportivo, que una vez el colegiado Bjorn Kuipers señaló el final del Barça-Juventus, los dos jugadores se intercambiaran las camisetas.