Muy pocos podían pensar antes de aquel fatídico 18 de mayo de 1994 que la historia tendría el final que tuvo. El Barça de Johan Cruyff llegaba a su segunda final europea, después de ganar su cuarto título de Liga consecutivo en un final agónico, donde un penalti fallado por Djukic permitió a los azulgranas cantar su el alirón. El Dream Team todavía funcionaba, y pese a que ya no conseguía dominar con la autoridad de antaño, la llegada de Romario al equipo había dado aires nuevos a la maquinaria de Cruyff.
Enfrente, el Milán, la antítesis futbolística de los azulgranas, que, sin embargo, venía de ganar con contundencia el campeonato italiano. Fútbol físico, conservador y una preparación extrema le sirvió al entonces entrenador rossonero, Fabio Capello, para dar la sorpresa e infringir una dolorosa derrota (4-0) al Barça de Cruyff.
Desde el inicio, aquella final sólo tuvo un color: el italiano. La fuerte presión ejercida por Desailly, anuló por completo el medio del campo azulgrana dirigido por el actual entrenador del Barça, Pep Guardiola, y permitió a Massaro adelantar a los rossoneros con dos goles antes del descanso (22' y 45'). En la reanudación, no hubo tiempo para la reacción, ya que un tanto tempranero de Savicevic (47') dejó el partido muy cuesta arriba para los de Cruyff. Desailly, en el 57', puso la guinda.
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Al final, 4-0 en el marcador, nueva derrota europea y fin de época para el Dream Team. La segunda copa de Europa para el Barça debería esperar.