El 1x1 del Granada-Barça

A lo que pasaba en campo contrario y a que el Granada no sorprendiera en alguna contra. Hubo pocas, la verdad, porque el Barça dominó con poderío, pero un error de Umtiti le condenó a encajar. Nada pudo hacer. Tampoco en el uno contra uno contra Soldado ni en el penalti inventado en la prórroga.

Regresó a la titularidad y dio solvencia a la banda derecha. Sabe cuándo debe subir y cuándo guardar la ropa. Y conoce tanto a sus compañeros que se entiende con la mirada. Pidió el cambio en la segunda mitad por lesión. Muy mala noticia.

Poderoso al corte, poderoso en el uno contra uno, por arriba, subiendo en las jugadas de balón parado. Parece un central de 30 años, pero es muy joven y, a veces, se nota. Quien lo da todo no está obligado a más.

Koeman apostó por él en detrimento de Lenglet. En condiciones normales, Samuel debería ser el primero de la lista por aptitudes, pero no estamos en condiciones normales. Un error en la salida grave provocó el primer gol del Granada y Soldado le sacó tres metros en un balón en largo para el segundo.

Llegó con regularidad a la línea de fondo, pero le faltó clarividencia ante un bosque de piernas rivales. El Granada cerró a cal y canto su banda derecha, conscientes del peligro que supone el lateral. Pero él no se rindió. No sabe lo que es. Hasta que en el descuento marcó, de cabeza, el empate que forzó la prórroga. Luego asistió en el tercero a Griezmann y tuvo tiempo de sentenciar. Enorme.

El de Badia del Vallès está al nivel de cuando tenía 25 años, pero con más experiencia. El 4-3-3 le sienta como anillo al dedo y le ha servido para volver a mostrar su mejor versión. Roba y distribuye a partes iguales. Eso sí, fue de más a menos y acabó sustituido.

Volvió a la posición de interior y el equipo recuperó esa presión alta y asfixiante. Su trabajo a nivel defensivo permitió al equipo vivir en campo contrario. Se hartó a polemizar con los rivales. Sufrió como lo hacen los campeones, sin tirar nunca la toalla y tuvo el premio de hacer el cuarto. Enorme.

Se metió entre líneas y volvió loca a la defensa del Granada con pases en corto y cambios de orientación. Las opciones son inacabables para el canario, que volvió a dar una lección de cómo juega un interior en el Barça.

Lo hizo todo para merecer el premio, pero en la primera mitad Aarón le sacó un balón que ya se colaba. Creó mucho peligro por la banda, pero también por el centro, combinando con Sergi Roberto. En la segunda envió un balón al larguero. Sigue sin estrenarse como goleador esta temporada.

Durante noventa minutos pareció ausente, pero los grandes aparecen cuando se les necesita. Y lo hizo a lo grande. Aarón le paró una chilena antes de que empatara con su ayuda. A tres minutos del final y de cabeza cedió para que Alba empatara. En la primera mitad de la prórroga hizo el tercero y luego cedió para el cuarto. Así, sí, Antoine.

Perseguido fuera y dentro del campo porque destaca entre quienes destacan. Le dieron estopa con y sin balón. Y encima vio una amarilla. La persecución no cesa, pero él sigue regalando fútbol con generosidad al espectador y a sus compañeros. Envió un balón a la madera en el noventa e inició la jugada del empate. El Barça lo es mucho más con él.

Entró por el lesionado Sergi Roberto y buscó dar profundidad. Aunque le costó hacerlo con claridad, siempre llegó a la línea de fondo con peligro. Sumó.

Salió dispuesto a dar la vuelta al marcador y el Barça lo logró con él sobre el césped. Empujó a sus compañeros hacia la meta rival y sus compañeros le siguieron.

Salió para fijar a los centrales y crear espacios para las llegadas de Messi, Pedri y De Jong. Lo logró. Tuvo una de cabeza antes del empate de Alba.

Cuando el partido va mal, Koeman tira de él, como si tuviera que arreglar los problemas que antes no ha podido solucionar el equipo. El problema es que entra siempre en los últimos minutos. Ayer, sin embargo, fueron suficientes.

Por poder disfrutar sobre el césped de la confirmación de la remontada.