El 1x1 del Barcelona ante la Juventus

Marc-André ejecuta todas sus acciones con método científico y tiene soluciones para cualquier situación. Detuvo cuando tuvo que detener y ejerció de líbero con solvencia. Ofrece una seguridad impagable al equipo, que, cuando mira hacia atrás, sonríe. Evitó en el descuento el gol de Dybala con un paradón impresionante.

Retado en defensa por Sandro y presente en ataque cada vez que el Barça buscaba la portería de Buffon. Nunca baja la cabeza ni rehuye la responsabilidad. El balón no le quema y, por insistencia, suele hacer buenos partidos. Como ante la Juventus en Turín.

Si la Juventus no hizo más daño fue, en gran parte, por la capacidad de anticipación de Gerard ante Higuaín. El peligro acababa cuando el central lo decidía. Dio una lección de solvencia defensiva sin cometer errores.

Douglas le superó con facilidad un par de veces, pero Samuel supo reaccionar al entender que la Juventus pedía subir un peldaño respecto a la Liga. Así lo hizo y acabó a su nivel habitual. Dio el susto en un choque con Digne. También cumple en las grandes citas.

Sufrió junto a Cuadrado, que le obligó a estar más atento en defensa y no le permitió subir demasiado. Lo contrario habría sido un suicidio y lo entendió sin problemas. En la segunda mitad dio un paso adelante, sobre todo cuando sin Deulofeu el Barça jugó sin extremos. Erró estrepitosamente, solo ante Buffón, al ceder mal para Suárez.

Todos los balones, absolutamente todos, pasaron por sus botas. Suya fue la responsabilidad de organizar el juego ofensivo e iniciar las jugadas. Hasta que llegó Leo Messi, que empezó a monopolizar el esférico. Su cerebro tiene forma de balón.

Ivan entendió su papel desde el minuto uno: ofrecer soluciones a Busquets y enlazar con la línea ofensiva. Ejerció su función en la posición de mediocentro sumando quilómetros sin parar. Imprescindible.

Disparó dos veces desde fuera del área, intentó rematar de cabeza un balón rechazado por el palo y buscó un penalti que le costó una amarilla en el primer tiempo. En la segunda jugó algo más retrasado. Si está en el campo, siempre pasan cosas.

Sin Messi en el primer tiempo, la Juventus intensificó el trabajo defensivo centrándose de forma especial en obstruir a Andrés, al que le costó contactar con el balón y conectar al equipo. Mejoró tras el descanso y el equipo lo hizo con él. Acabó sustituido en el último cuarto de hora.

Dio la sensación que Valverde le había encomendado demasiadas tareas. Tantas que no acabó de encontrarse cómodo en ninguna y entró poco en juego. Cuando pareció mejorar, al inicio del segundo tiempo, dejó su sitio a Leo Messi.

Estuvo más minutos luchando y peleando cada centímetro de césped que apareciendo en el área, donde verdaderamente es letal. La defensa italiana no le dejó tiempo ni para respirar. No fue un partido sencillo de jugar para el uruguayo.

Valverde lo sentó en el banquillo, apartándolo de los focos y dándole un respiro. Salió en el segundo tiempo demostrando que, con él, el Barça asusta mucho más que en su ausencia. La Juventus se vio obligada a invertir más esfuerzos en frenar su ímpetu.

Valverde le dio descanso porque le necesita a tope ante el Valencia y acumula muchos minutos. Salió en el último cuarto de hora para repartirse la banda zurda con Digne.