El 1x1 del Barça ante el Valladolid

No vio llegar un balón envenenado que despejó con el pecho de forma defectuosa. Kiko Olivas lo aprovechó para, casi sin querer, enviar el balón a la red. Intervino poco después.

Cuando la presión en defensa del Valladolid impedía avanzar, intentó aportar oxígeno desde la banda, pero descuidó en algún momento la defensa. Globalmente estuvo bien.

Arrancó incómodo por algún desajuste defensivo ante el que se puso serio. A partir de ahí, fiable y responsable. Imprescindible. Un máquina.

Tardó dos minutos en cazar con la zurda un balón rechazado en el área del Valladolid para abrir el marcador. Pudo incluso marcar el segundo tras un saque de esquina en la segunda mitad. En defensa fue un baluarte.

Hace ya demasiado que el lateral no se siente protagonista arrancando en la banda. La presencia de De Jong y Ansu Fati frenan sus incorporaciones. Sin ellos, subió mucho más. 

Fue uno de los futbolistas que mejor entendió cómo atacar al Valladolid. Movió el balón con rigor y apoyó sin descanso a sus compañeros, aunque hubo quien no leyó el partido de la misma manera.

Intentó un remate forzado de cabeza a pase de De Jong. Fue antes de aprovechar, esta vez sí, la asistencia similar de Messi para hacer el 2-1. Le costó disfrutar con el balón, pero tiene llegada, mucha llegada. Y eso es oro.

Porque volvió a ofrecer una lección de cómo debe jugar un centrocampista, pero también porque hace mejor a sus compañeros haciéndoles partícipes de su fútbol. Si no encuentra apoyos, los busca. Sustituido en el minuto 60.

Perseguido desde el primer minuto por el rival, necesitó solo un despiste para poner un balón de gol a Arturo Vidal, que acabó el trabajo con potencia y calidad. Luego llegó otro golazo de falta. Y luego un control con el muslo y el tercero. Un genio.

Salió fresco, dispuesto a comerse el mundo, aunque le costó abrir la defensa muy poblada del Valladolid. Tuvo paciencia, aunque taparon bien su banda. No brilló como en otras ocasiones. Esto es una carrera de fondo que acaba de empezar.

Le tocó trabajar sin descanso y buscarse la vida entre un bosque de piernas. Su sacrificio permitió encontrar espacios a sus compañeros. Desgastar al rival también suma. Le anularon un gol por fuera de juego, así que tuvo que marcar otro.

Jugó media hora, mucho más de lo que viene siendo habitual, pero se notó la falta de ritmo. Pese a ello, tiene dignidad y orgullo para dar y vender. Cedió para que Messi hiciera el cuarto.

Salió por Ansu Fati, pero se situó en la zona central del ataque, en busca de espacios. Trabajó sin descanso, aunque la sensación fuera que pasó desapercibido.

Salió por Jordi Alba, que pidió el cambio. Y el cuarto de hora que tuvo sirvió para certificar que está más que recuperado de sus problemas físicos.