El 1x1 del Barça ante el Inter

No existe mejor portero para el Barça que el alemán, capaz de aburrirse durante una hora y de activarse con manos milagrosas, como la que sacó a disparo de Politano, para evitar encajar.

Perisic no le dejó respirar, ni cuando se sumaba al ataque ni cuando le retaba en defensa. Tuvo mucho trabajo, pero lo resolvió prácticamente todo bien. Se permitió pocas aventuras.

El Inter apretaba poco en ataque porque el balón era blaugrana, así que el central se dedicó a oxigenar ofreciéndose a los centrocampistas para conservar el balón. Menos protagonista que en otras ocasiones, pero responsable también de que los italianos parecieran peores de lo que son.

Minuto a minuto parece ganar confianza y sentirse más cómodo. Suya fue, de cabeza, la primera gran ocasión. No sufrió en defensa. Evitó una ocasión clarísima de Icardi y volvió a estar cerca del gol sumándose cada vez que podía al ataque.

Es una evidencia que echa de menos a Messi, como todo el equipo, de hecho. Pese a ello, se sumó al ataque con intención y convicción. Va tan sobrado que sentenció la victoria con un gol lleno de velocidad, técnica y precisión.

Le queda bien el brazalete y lo sabe. A su habitual dominio de la escena, sumó un punto más de responsabilidad. Fue el encargado de dar continuidad al juego ante un Inter ordenado.

Le cambiaron el ecosistema en el que está acostumbrado a vivir y le costó adaptarseo. Menos participativo que en otras ocasiones, mejoró con el paso de los minutos. Entiende qué debe hacer en cada momento y en cada partido.

Cada día se siente más importante en el equipo, del que puede considerarse ya titular indiscutible. Su influencia en el juego es cada día mayor. Suma siempre.

Es el futbolista en el que más ojos había puestos, pero no acabó de completar un buen primer tiempo. Demasiado irregular, pese a que buscó ser protagonista y no se escondió. Su personalidad le permitió provocar una falta en la frontal en el descuento que casi acaba en gol.

Entrar por Messi y en su zona de influencia no es fácil. Nadie le pidió que hiciera de Leo, pero sí que influyera en el juego. Lo hizo y, además, demostró que tiene gol. Y eso da la vida. De lo mejor del Barça. Semedo le sustituyó.

Se le notaba, si es que eso puede ser, algo más intenso de lo habitual. Su reciente paternidad, por tercera, vez, tuvo gran parte de la culpa. Asistió a Rafinha en el gol del canterano y buscó el gol sin descanso.

Entró por Rafinha y evitó complicarse la vida. Aportó seguridad en defensa con el objetivo de consolidar la victoria.

El cambio no gustó al Camp Nou, que mostró su disconformidad con pitos, pero al chileno no le arruga nada. Salió y jugó con personalidad, aportando presión y fútbol. A veces se equivoca, pero nadie puede dudar de su calidad. Es un tipo duro.

Jugo pocos minutos, imposible apuntar nada destacable, más allá de su paciencia esperando protagonismo.