El 1x1 del Barça-Granada de LaLiga

En la primera mitad sudó poco porque el Granada llegó muy tímido, pero empezó a inquietarse en la segunda, cuando los andaluces se acercaban cada vez más. Hasta que llegó Darwin Machis solo y le superó ante su desesperación. Como Molina de cabeza. Un drama.

Crece de forma sostenida y aporta seguridad aportando solvencia casi siempre, pero la falta de experiencia solo se suple con minutos y en la jugada del gol de Darwin le faltaron años para ser más contundente. Despejó mal.

Le tocó ejercer de último futbolista con la paciencia de quien debe intervenir poco hasta que el rival se fue a por el empate. Le faltaron un par de gritos para poner orden y cerró mal ante las llegadas de los andaluces. Tras remontar el Granada se fue al ataque.

Jugó sereno y mostró seguridad, pero el paso de los minutos le afectó. Salió al corte cuando fue necesario evitando contras y se le vio cómodo hasta que no midió bien una llegada de Luis Suárez que acabó en el gol de Machis.

Después de 300 partidos nadie debe enseñarle qué opción tomar en cada momento, aunque el partido pedía, en determinadas ocasiones, arriesgar algo más y dar profundidad.

Le costó muchísimo llegar a la línea de fondo ante un entramado defensivo estudiado para que no lo hiciera. Se vio vigilado y le costó mucho crear peligro con frecuencia.

No necesita mucho más que el espacio de una baldosa para ejercer su influencia en el juego. Lee los partidos como nadie y se siente fuerte. Desde su posición nacía todo, como la asistencia para Messi que no acabó en gol. La exigencia física le pasó factura en la segunda mitad.

Arrancó eléctrico y motivado, con ganas de juerga. Dio continuidad al juego y velocidad al balón. Se quedó solo en el área y cedió atrás sin acierto. Sin descanso lo intentó todo. Esfuerzo estéril.

Desde el primer minuto las pidió todas, buscando oxigenar el centro del campo y exhibiendo un despliegue amplio. Sobrado de piernas y pulmones fue un buen socio para Alba y para quien se acercara. Arrancó la segunda mitad con un balón que olía a gol para Griezmann. Sufrió cuando el equipo se desordenó.

Cada vez que recibía pasaban cosas porque tiene registros para elegir entre cualquiera de las opciones que ofrezca la jugada. Lo probó en corto, a medio camino y en largo. Insistente y tozudo, si hay que picar piedra se hace para acabar como siempre: el gol. Tuvo el segundo tras una asistencia de Busquets. La remontada del Granada le obligó a intentarlo a la desesperada.

La defensa cerrada del Granada requería compromiso más allá del área. Bajó para ofrecer opciones a los centrocampistas entre tantas piernas y también ayudó en defensa. No todo son goles en esta vida, como demostró con la asistencia a Messi en el 1-0. Bajó prestaciones tras el descanso.

Le sobra casi siempre el último recorte, el que ayuda a recomponer a la defensa.

Ante el caos en el que se convirtió la última media hora de partido, salió para ofrecer orden. No lo logró.

Salió para morder arriba, pero no lo hizo.