El 1x1 del Barça ante el Granada

Se acabaron los desplazamientos largos, eso de rifar el balón buscando a Suárez. Todo lo que le llegaba lo devolvía con la intención de salir jugando desde atrás. El Granada inquietó poco su portería, pero Eteki casi le sorprende con un disparo al palo.

Setién limitó sus subidas. Atacar la banda era cosa de Ansu Fati, mientras que su labor fue ser uno de los cierres en defensa, vigilar la retaguardia y no quemarse en aventuras anárquicas. Entendió a la perfección qué le pedía su entrenador.

Se lo tomó en serio, consciente de que su ascendencia y experiencia debían ponerse al servicio del nuevo sistema. Se mostró muy serio, cerrando y cortando, saliendo rápido con criterio.

Samuel sigue sin acabar de encontrarse a sí mismo. Sin continuidad ni confianza, le cuesta estar al nivel de sus compañeros. Duda demasiado, algo que un central no puede permitirse. Perdió balones comprometidos que, por suerte, el Granada no aprovechó. Debe mirarse al espejo y encontrar respuestas.

El dibujo de Setién le entregó la banda izquierda en exclusiva, sin nadie que frenara su ímpetu. Con el balón en posesión del Barça, fue un extremo más y se hartó de generar peligro. Sin balón, ayudaba en defensa, pero faltó algo de convicción en sus decisiones.

Dio la sensación de haber rejuvenecido tres o cuatro años. Sergio, rodeado de líneas de pase, se divirtió ofreciendo salidas y ordenando al equipo desde su posición. Sin necesidad de correr gratuitamente, todo lo que hizo tenía sentido. Perdió varios balones en la segunda mitad que oscurecieron su buen partido.

Setién le ha pedido cosas que su fútbol no acaba de absorver. Le va el desorden y la anarquía, dos características que no casan con la propuesta ordenada y planificada del técnico. Arrancó cohibido, pero fue soltándose el pelo poco a poco hasta ser uno de los más incisivos en ataque. Dio la asistencia para que marcase Messi en el área.

Fue el futbolista con menos movilidad del equipo y su juego dio muestras de pesadez. Contactó mucho con el balón, pero a sus acciones le faltaban frescura. 

Desde su privilegiada posición, estudió al rival y a su propio equipo antes de tomar decisiones. Insinuó mucho más de lo que pudo acabar, en parte frenado por una defensa muy ordenada. Lanzó tres faltas que no vieron puerta. Raro. Y, pese a todo, apareció para dar los tres puntos al Barça. No falta nunca a su cita.

La banda derecha fue para él. Entró mucho en juego, corrió y no descansó. Presionó e intentó encontrar vías de agua en la tupida defensa del Granada. Le costó, sin embargo, acabar alguna jugada con precisión. No estuvo fino ahí.

Vivía encorsetado en la banda, casi enjaulado en una zona en la que su aportación baja mucho. Desde el centro del ataque se movió con libertad. Se ofreció insistente como solución, pero sus compañeros le vieron poco. Taconazo a Vidal previo al gol de Messi.

Salió y empezó a asociarse con cualquier que pasara por su lado. Puro Barça. Tiene tantas ganas que suya fue la recuperación que acabó en el gol de Messi. Genera ilusión en cada acción.

Jugó los últimos diez minutos entrando por Ansu Fati y lo dio todo para evitar que el Granada saliera a la contra. Le tocó encargarse de labores de poco brillo.

Jugó los últimos siete minutos, suficientes para volver a sentirse futbolista. Setién ha previsto un papel de protagonista para el brasileño.