El 1x1 del Barça en la final de la Supercopa de España

No es frecuente que reciba tres goles, todos en remates a bocajarro: poco pudo hacer en los goles, más allá de tirar la línea defensiva un poco más arriba.

Mermado físicamente, jugó rebajado: atado en defensa, frente a la explosividad de Muniain, y sin posibilidad de desplegarse en ataque. Pareció acusar las molestias físicas que le habían impedido jugar la semifinal ante la Real Sociedad. Koeman lo sustituyó al descanso.

El más solvente de la defensa: bien colocado, atento y contundente en el cuerpo a cuerpo. Intentó tapar todas las vías de agua que se generaron en la zaga azulgrana, demasiado frágil frente a las embestidas del Athletic. Cuando tuvo que frenar a Williams, el más peligroso de los 'leones', lo hizo con firmeza. Araujo sigue creciendo en cada partido.

No acaba de levantar cabeza: demasiado frágil, el Athletic le pilló descolocado con demasiada frecuencia. Para colmo, vio una amarilla en el minuto 10, circunstancia que le condicionó durante todo el partido. Llegó tarde en demasiadas ocasiones, como si jugase sin confianza, lejos de su mejor nivel.

Erró en el primer gol del Athletic, obra de De Marcos, al despistarse en la marca. Participó activamente en el segundo de Griezmann. En general, tuvo que jugar con el freno de mano puesto, obligado a defender frente a Williams y Raúl García. Apenas pudo profundizar en ataque ni alcanzar línea de fondo.

El Athletic le obligó a recorrer kilómetros y kilómetros para cubrir mucho campo: trabajó sin descanso, con poco lucimiento pero en una labor muy necesaria. Obligado a hacer un esfuerzo ímprobo, Koeman lo sustituyó en la primera parte de la prórroga.

Abarcó mucho campo. Incansable en el esfuerzo, solidario en defensa y siempre dispuesto a desplegarse ofensivamente. Pisó área rival y disfrutó de una gran ocasión para matar el partido en el tramo final. Es un jugador al alza, cada día con más confianza. En la prórroga, se llevó un golpe brutal -cabeza con cabeza- contra Dani García.

Apareció menos que en partidos anteriores: bien tapado por los rivales, le costó fluir y entrar en juego. Se movió entre líneas y cuando la tuvo, eligió bien y con criterio, pero tuvo poca continuidad.

Quizá afectado aún por las molestias, jugó por debajo de sus posibilidades. Cuando intervino, generó peligro, pero apareció menos que de costumbre, más como generador o asistente que como finalizador de las jugadas. Y para colmo, fue expulsado por dar un golpe a Villalibre en el último minuto de la prórroga.

En comparación con los partidos anteriores, muy poco productivo. No tuvo desborde ni remate ni profundidad. No le faltó actitud, pero apenas generó peligro. Se estrelló una y otra vez ante la muralla defensiva del Athletic. Pareció cansado: es la primera vez en la temporada que encadena cinco partidos como titular.

Afiló los cuchillos en el mejor momento posible: embocó en la primera parte y en la segunda; goles de delantero puro. Excelente en la presión, se movió muy bien durante todo el frente de ataque. Se desenvolvió en el área con soltura y además, trabajó de lo lindo en la recuperación.

Entró en el descanso y desempeñó una labor oscura, pero muy necesaria: frenar a Muniain y sostener al Barça en defensa. Salvo un par de acciones en las que pareció complicarse la vida, cumplió sin demasiados problemas.

Apareció de manera puntual, con buen criterio pero con poca continuidad. Dio la sensación de que el ritmo y la exigencia del partido le superaron.

Entró en el tramo final del partido, pero apenas tuvo trascendencia en el partido, más allá de una tímida ocasión en el arranque de la prórroga.

Solución de emergencia de Koeman en la prórroga: intentó ofrecer fluidez en la circulación y último pase. Tuvo presencia en el ataque, aunque no logró ser decisivo para que el Barça ganase la final. Merece más minutos.

Recurso de última hora de Koeman, que le pidió desborde y velocidad; pero el portugués estuvo lejos de cambiar el signo del partido, demasiado inocente frente a la exigencia del partido.