El 1x1 del Barça ante el Athletic

Cuando cierra la puerta, no entra nadie. Sacó una mano prodigiosa que evitó el gol tras un disparo de Susaeta. Literalmente, voló para despejar con la punta de los dedos. También evitó un gol de Raúl García. En la segunda volvió a lucirse en dos muy claras de los vascos.

Su duelo con Yuri Berchiche fue de lo más atractivo del primer tiempo. Se retaban continuamente, tanto en defensa como en ataque. Ganó a veces y en otras sufrió demasiado. Partido muy exigente para el de Reus.

El Athletic apretaba siempre que intuía dudas en la defensa del Barça. Gerard trataba, sin descanso, de evitar que el equipo sufriera atrás. Pero los leones llegaban en manada. En la segunda mitad bajó un poco la presión local.

Fue de lo más sobrio en defensa, ejerciendo su oficio con categoría y sin complicarse la vida, que es lo que pedía el partido. Jugó un encuentro sin florituras. Una entrada a Williams le costó la amarilla. Acabó sustituido por un golpe recibido de Íñigo Martínez.

Jugó en la posición de Alba e intentó que no se notara demasiado su ausencia, pero no es lo mismo. El luso lo puso todo: motivación, intención e ilusión, pero no acabó de sentirse cómodo.

Si el Athletic no llegó con más claridad al área de Ter Stegen, en parte fue por su culpa. Jugó algo más atrasado para echar una mano en defensa. Robó muchos balones y ejerció, casi, de tercer central. En la segunda tuvo energía para sumar también dando un paso adelante. Su partidazo maquilló el desastre de alguno de sus compañeros.

Le costó encontrar su sitio en un partido poco ordenado. No entró demasiado en juego y, cuando lo hizo, asumió tareas poco trascendentes. Pasó algo desapercibido, pero supo ser paciente y no cometer errores, que es lo que hay que hacer cuando nada fluye.

Intentó ofrecer una versión menos vertical, más asociativa, pero no acabó de lograrlo. Perdió balones fáciles y se le vio torpe acabando las jugadas en ataque. Mostró un fútbol bruto.

No aportó nada destacable, nada que pudiera cambiar el rumbo del partido, que es lo que se le debería exigir, esa acción diferente que solo los grandes ofrecen. Algún destello fugaz casi imperceptible.

Fue el hombre más peligroso del Barça, quien más buscó el gol, pero de forma intermitente, adaptado al juego irregular del equipo. Pareció dosificar sus esfuerzos y, aún así, fue el mejor blaugrana. En la segunda mitad le cosieron a faltas. Fueron a por él.

No paró de moverse: bajaba, se desmarcaba, caía a bandas, dejaba su sitio a Messi... Casi siempre, eso sí, de forma infructuosa. Muy poco acertado.

Salió por Arturo Vidal para ordenar el ataque del Barça, que necesitaba organizarse con el balón. Ayudó en la construcción, pero la defensa vasca no cayó en la trampa.

Regresó al equipo para jugar los últimos quince minutos. Ha vuelto y se esperaba que abriera el campo, pero no lo logró.

Salió para que dejara el campo Lenglet, al que había agredido Iñigo Martínez. Solución de urgencia.