Debut en el Camp Nou ante el Betis con 16 años y firma de una ampliación de contrato con honores de futbolista de la primera plantilla con 17. Entre las dos imágenes han pasado solo 101 días, tiempo insuficiente para poder asimilarlo todo con un mínimo de perspectiva. Ansu Fati vive instalado, desde el pasado 25 de agosto, en una maravillosa e intensa locura que solo h a hecho que empezar.
El hispano-guineano debería notar algo parecido al vértigo cada vez que mira hacia atrás porque solo han pasado tres meses y una semana, pero en ese periodo de tiempo ya ha vivido mucho más de lo que la gran mayoría de canteranos rozará en toda su carrera como futbolista. No fue solo el debut en LaLiga, también fue marcar su primer gol en Eibar, convertirse en el debutante más joven de la historia del Barça en la Champions, convivir a diario y viajar habitualmente con futbolistas como Messi, De Jong o Piqué. Es recibir la nacionalidad española y declinar la invitación para jugar un Mundial Sub-17 para seguir soñando despierto. Es entrar en la dinámica de la Sub-21 y sonar para la absoluta. Es de locos. Y, pese a todo, sigue siendo un niño.
NOTICIAS RELACIONADAS
El mismo que acude prácticamente cada tarde a reunirse con sus amigos en La Masia, el mismo que ahora debe encontrar horas debajo de las piedras para seguir su plan de estudios. Ansu Fati ha pasado de ser uno de los canteranos con más proyección del fútbol base blaugrana a ser una de las grandes sensaciones del fútbol europeo. En solo 101 días.