ÚLTIMA HORA

Barça

Real Madrid

Fútbol

Motor

+Deportes

Sport TV

Actualidad

FDJ

Pesic, un ganador nato al que no doblega ni el DNI

A sus 68 años, el serbio mantiene la misma filosofía con la que alzó el título en 2003

13 años y medio después, Pesic ha vuelto al Barça para contagiar ilusión a la plantilla y su gran ambición

Pesic disfrutó tanto del título como sus jugadores / | ACB MEDIA

Nacido el 28 de agosto de 1949 en Novi-Sad, Svetislav Pesic ha demostrado en 15 días que no es un simple parche, un apagafuegos o un interino.

A sus 68 años, Pesic ya dejó claras sus intenciones en su presentación el 9 de febrero. Pese a la caótica situación que vivía del equipo, ha hecho gala siempre de su normalidad, una filosofía muy similar a la de Ernesto Valverde en el fútbol y que ya le hizo triunfar en el Barça de 2002 a 2004.

Solo hay que echar un vistazo a su trayectoria para entender que Pesic no es un técnico cualquiera. Llegó al Barça en 2002 justo después de ganar el histórico Mundial de 2002 con Yugoslavia (94-77 a Argentina en la prórroga en la final). Antes, había alzado un Eurobasket con los ‘plavi’ (2001) y otro con Alemania (1992).

Acabó con las urgencias

El serbio exigió un equipo de garantías y el ‘jefe’ del basket azulgrana (el actual presidente Josep Maria Bartomeu) le ‘regaló’ a Gregor Fucka y a Dejan Bodiroga para una plantilla en la que militaba Nacho Rodríguez.

Y borró las urgencias ganando la primera Euroliga para el Barça en un abarrotado Palau Sant Jordi ante la Benetton de Treviso. Esa temporada también ‘cayeron’ la Liga y la Copa del Rey. Y en la siguiente se revalidó el título liguero.

Han pasado 13 años y medio desde que se marchó por no consentir intromisiones y el DNI no ha mitigado ni un ápice su carácter ganador. “Vamos a pelear a tope en la Copa del Rey... y en la Euroliga no estamos fuera matemáticamente”, dijo el pasado 9 de febrero.

 

Dicho y hecho. El serbio ha transmitido su ilusión y su confianza a una plantilla que ha respondido a a las mil maravillas. Más que jugadas jeroglíficas, castigos infantiles o, por qué no decirlo, cambios en defensa, lo que necesitaba este equipo era creer en sí mismo.