El 'cholismo' volvió a rezar a su pontificado 'unocerismo' para recobrar valentía en Liga y mirar a los ojos a Europa. En un encuentro para amantes de la pizarra más 'hardcore', Felipe desentumeció al Metropolitano, cómo no, con una acción a pelota parada. Carrasco la puso al corazón del área y el central se reivindicó peinándola a las mallas. Cabriola y gesto de rabia contra la grada. El Milan asoma en lontananza.
El tablero echó humo. Piezas, posiciones, movimientos estudiados. Simeone y Arrasate, cara a cara. Estrategia en vena. El duelo se ciñó el corsé y el espectador desconectó ante tanto tacticismo. La vigilancia imperó, con dos defensas superpobladas y sin ánimo de pasar apuros. Lemar y Carrasco eran los punzantes en el Atleti, y Griezmann, el descarado. El francés intentó sin éxito cantar gol.
El peso recayó, por momentos, en los hombros navarros, algo que no molestó a los rojiblancos. Eso sí, aproximaciones a Oblak sólo una. Lucas Torró enganchó un 'chupinazo' desde tres cuartos que obligó al esloveno a lucir las alas.
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La segunda mitad fue un calco de la primera, y los bostezos empezaron a subir su incidencia en la grada del Metropolitano. Sólo Carrasco, en una acción de virtuoso, levantó a la gente de sus asientos. Era el minuto 82. El Atlético, abonado a la épica de los últimos minutos, sacó adelante un partido que atufaba a empate a leguas. Felipe se elevó por encima de los centrales rojillos y redimió los pecados de encuentros pasados. Menos es más en Canillejas.