Simeone debe respirar más tranquilo. La falta de gol atormentaba al entorno atlético, pues nos rojiblancos no vieron puerta en los dos últimos encuentros. Luis Suárez y Carrasco fueron decisivos para lograr, de nuevo, tres importantes puntos. El Celta, por su parte, se fue de vació pese a intentarlo en todo momento e incluso merecerlo. Pero el fútbol pocas veces es justo.
Un encuentro que venía marcado por el reciente positivo por coronavirus de Aidoo. Afortunadamente, el resto de jugadores dieron negativo y el duelo se disputó sin más problemas. En el aspecto deportivo, ambos equipos afrontaban la vuelta del parón de selecciones con ciertas dudas, y el triunfo empezaba a ser necesario. Simeone optó por la dupla Costa - Suárez en ataque, el día en el que debutaban Torreira y el joven Manu Sánchez ocupaba el lateral izquierdo. Por parte celeste, Óscar alineó a Carreira en el lateral derecho por primera vez.
Pero entre tanto nombre, el protagonista fue otro: Luis Suárez. Tras su glorioso estreno en el Wanda, tardó poco en mojar y adelantar a los colchoneros. Pasados cinco minutos, aprovechó una asistencia de Sánchez y batió a Rubén con un disparo al primer toque. El Atlético se sabía superior y el premio llegó bien pronto. Pero con el paso de los minutos, el Celta se creció y empezó a avisar. Carreira, que se estrenaba con el primer equipo, mandó un balón a la madera, quedándose a centímetros de lo que hubiese sido un debut soñado. Y poco después, fue Santi Mina el que tuvo el gol en sus botas. El gallego se topó con un muro llamado Oblak en un mano a mano. La falta de contundecia de los celestes beneficiaba a los de Simeone, que vio como Lemar intentaba un gol olímpico que evitó el travesaño.
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Tras el receso, se pasó de un posible 0-2 a una mala noticia. Costa habilitó a Suárez, pero el charrúa erró en la definición. Y en esa ocasión, el hispanobrasileño se lesionó y tuvo que abandonar el terreno de juego. Problemas para Simeone, que metió mano del banquillo, dando entrada a Joao Félix y sustituyendo también a Luis Sárez. El Celta, por su parte, buscaba el tanto del empate, y el ataque de los celestes tiene un nombre. Iago Aspas. El de Moaña, capitán del barco gallego, buscó y buscó la forma de romper la defensa colchonera, pero no había forma de hacerlo. El Atlético -al que se le lesionó Torreira- no se desordenaba. Y ya no lo hizo. De hecho, Carrasco puso la guinda final en el descuento. Sin tiempo para celebraciones, los madrileños ya miran a su siguiente reto: la Champions. El Bayern ya espera.