Hizo lo más difícil el Atlético, que era marcar en un campo donde sólo el Sevilla había perforado la portería local esta temporada. Pero dejó el trabajo a medias y sigue con su mala dinámica de resultados en la Liga, donde suma cinco empates en los últimos siete partidos y va dejando hacer a Barcelona y Real Madrid. Morata, que inicio el encuentro en el banquillo, adelantó a los rojiblancos poco después de saltar al campo. El tanto del exmadridista parecía definitivo, pero a falta de cinco minutos para el final apareció Lucas Pérez por el Alavés para poner el balón en la escuadra con un zapatazo lejano y aguar la fiesta colchonera (1-1).
Simeone itrodujo varios cambios en el once para medirse al equipo babazorro. Se cayó de la alineación titular el discutido Koke, silbado por su afición la semana pasada ante el Bayer Leverkusen, y también Morata, a quien el argentino decidió conceder descanso tras su importancia capital en el último triunfo liguero ante el Athletic. En lugar del punta madrileño Correa acompañó a Diego Costa en la delantera y para la sala de máquinas el técnico optó por un doble pivote inédito formado por el exmadridista Llorente y el mexicano Héctor Herrera.
Demasiadas facilidades para un Alavés que no se amilanó nunca y fue a por la yugular rojiblanca desde el saque de centro ayudado por la falta de ideas de los colchoneros en la zona de creación, donde el equipo echó muchísimo de menos la presencia de Thomas. La única nota positiva para el Atlético en la primera parte fue la seguridad defensiva que el equipo transmitió. Demasiado poco para un grupo de jugadores que quiere aspirar a cosas grandes esta temporada. Los caminos de Simeone, desde luego, son inescrutables.
La prueba del poco fútbol que generó el Atlético en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego es que no remató a puerta ni una sola vez y permitió a Pacheco disfrutar de unas vacaciones en toda regla. Tampoco le fue mucho mejor al Alavés, que puso en apuros a Oblak en una única ocasión y después se hartó a colgar balones desde las bandas en balde, pues tanto Hermoso como Felipe estuvieron fantásticos en las pugnas aéreas.
Partido nuevo
La solución de Simeone para revertir tras el descanso la tediosa dinámica de su equipo fue meter en el campo a Thomas por Llorente. Y se animó el cotarro. Con el ghanés en el eje de la medular los colchoneros comenzaron a crecer exponencialmente y a punto estuvieron de abrir la lata babazorra en una llegada desde atrás de Lodi por su carril que sirvió para meter el miedo en el cuerpo al Alavés. Los pupilos del Cholo habían llegado definitivamente al partido. Y todavía restaba media hora por delante.
A sabiendas de que el empate no valía el argentino decidió meter más leña al fuego. Morata sustituyó a Herrera y con ello el técnico reconoció el error del doble pivote ultradefensivo que abrió el duelo. La rectificación, sin embargo, llegaba justo a tiempo, porque en uno de los primeros balones que tocaba Morata se quedó mano a mano con Pacheco tras un pase filtrado de Correa y adelantó a su equipo en el marcador.
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El propio Morata y Correa tendrían el tanto de la sentencia en sus botas poco después, pero fallaron ante Pacheco y cuando parecía que el Atlético tenía el partido controlado Lucas Pérez se sacó de la chistera un zurdazo desde la frontal del área que se coló por toda la escuadra y borró de un plumazo la sonrisa a Simeone y todo el banquillo colchonero.