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Manchester City-Inter: ¿La final más desigual del Siglo XXI?

Pocas finales de Champions League se recuerdan, a priori, tan desiguales como la que medirá en Estambul al City y al Inter, con un favoritismo muy claro

En el Siglo XXI, el Liverpool de 2005 o el Chelsea de 2012 lograron gestas que pueden hacer pensar al Inter que todo es posible ante los citizen

Rodri, recibiendo instrucciones de Guardiola / | OLI SCARFF

La final entre el Manchester City y el Inter de Milán deja un claro favorito sobre la mesa con los de Pep Guardiola ante su ocasión de oro para poder por fin ganar el ansiado título de Champions League. En frente, un inesperado rival como el Inter que llevaba 13 años sin estar en la gran cita y no contaba, ni de lejos, entre los candidatos para estar en la final de Estambul. Precisamente en Estambul se dio cita uno de los desenlaces más sorprendentes de una gran cita continental, cuando Liverpool y AC Milan se midieron en la capital turca en 2005 en un partido para el recuerdo.

Fue aquel Liverpool, que acabó a 37 puntos puntos del líder en Inglaterra, el Inter está hoy a 17 en Italia, un caso similar al Inter de hoy. Casi nadie esperaba a los reds en la final y la ganaron remontando un 0-3 al descanso, curiosamente en Estambul, ciudad de la final de este año. El Liverpool de Benítez acumulaba 21 años sin estar en una final y con una plantilla claramente inferior a la del Milan de Maldini, Crespo, Shevchenko, Kaká o Nesta en el once. Según los pronósticos de Betfair, que gane el Manchester City la Champions se paga a 1.37€ por euro apostado mientras que lo haga el Inter cotiza a 7€ por euro apostado, una clarísima diferencia que nos lleva a una de las finales más desiguales, en principio, de la historia.

El Leverkusen de 2002

En el Siglo XXI, encontramos más citas similares donde se citaron equipos donde había un favorito muy claro. Recién estrenado el siglo, Real Madrid y Bayer Leverkusen protagonizaron otra cita muy recordada. Zidane fue uno de los protagonistas de esta final gracias a su histórico gol de volea que supuso el 2-1 definitivo. En la jugada, al filo del descanso, Roberto Carlos lanzó un centro bombeado desde la banda izquierda a la frontal del área, donde esperaba Zidane para empalmar un remate fantástico que batió la portería alemana. En 2020, la revista France Football seleccionó este gol como el más bello de la historia de la Champions.

El día de ‘El Santo’

Sin embargo, el Bayer Leverkusen sometió al Madrid durante gran parte del partido. Iker Casillas, que salió de suplente, fue el héroe del partido para los blancos con un recital de paradas que aún hoy se recuerdan. Un Madrid plagado de estrellas junto a un Leverkusen que nunca había jugado una final de Champions y que sólo había ganado un título europeo en su historia, la UEFA de 1988 ante el Espanyol.

La final de Múnich entre Bayern y Chelsea

En este siglo también hay que irse a 2012 para ver la final entre el Bayern y el Chelsea. El Bayern jugaba la final en su casa ante un Chelsea que parecía estar en declive pero con una plantilla aún con muchísimo nivel aunque ya no en su mejor momento. Contaba con jugadores como Petr Cech, John Terry, Ashley Cole, Frank Lampard, Michael Essien y Didier Drogba. Di Matteo era técnico interino y en cuartos de final del certamen continental dejó en el camino al Benfica portugués con un global de 3 a 1. Pero en semis el catenaccio estuvo a flor de piel contra el Barcelona de Guardiola. El Chelsea logró meterse en su segunda final de Champions con nulo favoritismo.

Más allá del rival, había un gran problema. El Bayern iba a ser local. Los alemanes marcaron el 1-0 en el minuto 82 gracias a un gol de Thomas Müller, pero cuando el partido se moría, Drogba igualó el marcador con un cabezazo en el minuto 88. Finalmente, los blues ganaron la Champions tras imponerse desde los penales.

El día más negro del barcelonismo

Fuera del Siglo XXI, si hay una final desigual con desenlace increíble fue la de Sevilla entre Steaua de Bucarest y Barcelona. Se mantiene como el mayor drama deportivo en la historia del club azulgrana. Aquella tarde, once días después de perder la final de la Copa del Rey frente al Zaragoza en Madrid, el Barça de Terry Venables disputaba la final de la máxima competición continental. Y antes de jugarla se daba por vencedor.

El Barça dominó, pero siendo un manojo de nervios apenas si creó ocasiones ante la meta de un tal Duckadam, portero de quien no se sabía absolutamente nada y que acabaría por ser el protagonista de la final. El drama empezó a tomar forma cuando a siete minutos de acabar el partido Venables decidió sustituir a Schuster, el líder del equipo y se consumó al término de la prórroga, cuando se condujo la definición de la final a la tanda de penaltis.

 

Comenzó atajando Urruti el lanzamiento de Majearu... Y Duckadam respondió deteniendo el disparo de Alexanco. En el segundo penalti se repitió la historia: Urruti salvó el tiro Boloni y Duckadam respondió al de Pedraza. Y a partir de ahí la debacle: marcó Lacatus, Duckadam le detuvo el lanzamiento a Pichi Alonso, acertó Balint, Duckadam atajó a Marcos y se acabó la historia. Por 2-0 en los penaltis venció el Steaua ante el estupor de una hinchada absolutamente hundida e incrédula de lo que había sucedido.