Polonia es un equipo discreto. Muy discreto. No sube al podio desde 1967 (fue tercera), lleva 12 años sin ganar un partido en un Eurobasket y aquí solo ha podido imponerse a Lituania y Bulgaria en los cinco partidos disputados. Llega a la última cita clasificatoria con opciones matemáticas, pero no está claro ni que ellos mismos crean que pueden ganar a España. Tendrán 10.000 apoyos en las gradas, pero eso cuenta poco cuando ya hace muchos años que los árbitros dejaron de ser determinantes y cuando delante hay un equipo como el español acostumbrado a disputar partidos decisivos. Deciden los jugadores y ahí no hay color: los españoles son enormemente superiores.
Polonia cuenta con cuatro de excelente nivel. El NBA Gortat, el ACB Ignerski, el ex-ACB Lampe y el nacionalizado Logan. Pese a la irregularidad de los tres últimos pueden formar parte de un cinco competitivo, capaz de ganar a cualquier si tuvieran buenos recambios. Pero no los tienen. Polonia sólo puede vivir de la agresividad bajo los aros de Gortat, de los triples de Ignerski y de los uno contra uno de Logan, un estadounidense nacionalizado con licencia para jugarse todos los balones que lleguen a sus manos porque no hay más anotadores seguros que él. De lo que puedan aguantar estos cuatro excelentes jugadores dependerán las posibilidades polacas de alargar en partido hasta el final o verse obligados a lanzar la toalla mucho antes, como sucedió, por ejemplo, el pasado lunes ante Eslovenia cuando sólo mantuvieron la igualdad hasta un 29-29.