Ansu Fati se desquitó de sus demonios béticos

La primera lesión que le ha llevado por la calle de la amargura fue ante el Betis en noviembre de 2020

18 meses después se reencontró con el gol, precisamente, ante el conjunto andaluz

Betis - FC Barcelona | El gol de Ansu Fati

Adrià Fernández

Hay gente que nace con estrella y que, de manera inconsciente -o consciente, vayan ustedes a saber-, logran cerrar capítulos de la mejor manera posible. Ansu Fati es uno de ellos. El sábado por la noche en el Benito Villamarín, logró desquitarse de los demonios béticos que le perseguían desde noviembre de 2020.

Bien es cierto que su idilio con el primer equipo del Barça empezó, precisamente, frente al Betis. Fue el 25 de agosto de 2019, en la segunda jornada de Liga, cuando un joven de 16 años y 298 días debutaba con la camiseta blaugrana en el Camp Nou, convirtiéndose en el segundo futbolista más precoz en la historia del FC Barcelona.

Sin embargo, hace año y medio en su segundo capítulo contra el Betis, Ansu sufrió una terrible lesión que le ha traído por la calle de la amargura, prácticamente, hasta ahora. El canterano tuvo que pasar por el quirófano para tratar una grave lesión en el menisco de la rodilla izquierda. Un contratiempo que le mantuvo casi un año en el dique seco y que ha marcado su carrera muy profundamente.

Ayer sábado, y tras recaer de una lesión en el bíceps femoral de la pierna izquierda, disputó su segundo partido desde que recibió el alta médica. Saltó al césped del templo bético, sustituyendo a Ferran Torres. Era la primera vez que se enfrentaba al conjunto andaluz desde aquel fatídico 7 de noviembre de 2020. Exactamente, 18 meses después.

Apenas habían transcurrido 60 segundos desde que Ansu ya vestía de corto sobre el césped, que cazó un balón de Jordi Alba con la pierna derecha, para acomodárselo y enviar el cuero con la diestra al fondo de la portería de Rui Silva. Hay gente que nace con estrella. Ansu Fati es uno de ellos.

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Fue entonces cuando el canterano despertó de la pesadilla que estaba viviendo, igual que a finales de septiembre, cuando volvió a sentirse jugador frente al Levante y volvió a ver puerta a los diez minutos que estuvo en el terreno de juego. Aquella celebración tocando el cielo del Camp Nou, elevado por todos sus compañeros, le acompañará el resto de su vida.

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